Una ardua tarea de readecuación de sus diseños a las nuevas condiciones de las costas chilenas, afectadas por el incremento en número, intensidad y extensión de las marejadas, tienen los organismos públicos y privados que generan infraestructura en el borde costero del país.
Las espectaculares rompientes de olas, como en Valparaíso y Viña del Mar, atraen como imanes a los amantes de fotografía, pero a la vez representan un verdadero dolor de cabeza para quienes tienen que diseñar y construir infraestructura costera, como puertos, rampas, muelles y hasta playas artificiales o paseos costeros.
Un estudio que buscaba determinar el riesgo de los impactos del Cambio Climático en las costas de Chile, que reunió a investigadores de universidades y centros de investigación y que se desarrolló entre octubre de 2018 y octubre de 2019, planteó que ‘ha habido un incremento leve en la altura y período (de las marejadas)’, además de un giro al sur del oleaje, que se mantendrán en el tiempo. ‘Para diseñar obras costeras resilientes al cambio climático se debe comenzar por proyectar cómo serán las variables relevantes, esto es oleaje y nivel del mar, durante la vida útil de dichas obras’, afirma el investigador de la Universidad de Valparaíso Patricio Winckler, coautor de ese informe.
‘Los estudios nos indican que el nivel medio del mar aumentará progresivamente hasta alrededor de un metro a fin de siglo. Las marejadas, por su parte, serán más intensas y frecuentes a mediados de siglo’, dice Winckler.
En tanto el informe precisa que ‘los eventos extremos serán más frecuentes e intensos, sobre todo en la zona central de Chile (entre las regiones de Coquimbo y Biobío), lo que seguramente aumentará los daños en la infraestructura costera’, dice el informe de los científicos.
Ante este escenario, desde la Dirección de Obras Portuarias del Ministerio de Obras Públicas (DOP-MOP) explican que el aumento de las marejadas se ha convertido en una alta exigencia para proyectar, construir y mantener las obras costeras.
Por ello, se están utilizando en el trabajo de diseño y mantención de la infraestructura drones industriales, ecosondas para una mayor precisión de las batimetrías (estudio de las profundidades marinas) para detectar oportunamente los procesos erosivos de las playas y escáneres 3D que permitan identificar cerros con peligros de remoción en masa, entre otras variables geofísicas.
Así, con esta información se busca evitar los daños causados por las marejadas, como, por ejemplo, las registradas en agosto de 2015, que destruyeron obras costeras en el litoral de Viña y Valparaíso.
Pero hay otras zonas, como Chiloé, donde a las marejadas se suman las enormes diferencias de mareas, de hasta siete metros promedio, lo que obliga a adecuaciones que en otras zonas resultan impensables, como la extensión de las rampas, para que no queden ‘colgadas’, o la altura de los muelles, comentan desde la DOP.