Estuvieron 13 días a la deriva por falla en el motor de su embarcación tras zapar de Ilo.
Tras 13 días a la deriva en alta mar viviendo episodios de angustia y desesperanza, los cuatro pescadores peruanos Bernal Nina (35), Darwin Gómez (31), Jhon Calatayud (25) y Óscar Cuevas (26), descansan junto a sus familias en el Puerto de Ilo, Perú.
Los pescadores fueron rescatados frente a las costas de Mejillones por la Armada desde la embarcación «Luis Ángel I», que en su segundo día de faenas pesqueras, presentó una falla mecánica imposible de reparar en alta mar, dejándolos a la deriva y con las mínimas condiciones de supervivencia.
Darwin Gómez, uno de los pescadores rescatados, relató la dramática experiencia que los mantuvo al borde de la muerte y con sus esperanzas puestas en la única comunicación que lograron sostener con el Puerto de Valparaíso.
«Juan Ángel I» partió del puerto de Ilo el 8 de mayo hacia aguas internacionales. Serían solamente cuatro días de travesía en una jornada «normal de pesca».
Gómez explicó que llegaron al punto elegido para trabajar, pero que después de dos días, «se malogró el motor».
«No podíamos hacer nada. Bajamos a la sala de máquinas y vimos que los cigüeñales se habían amarrado al motor y que no había solución posible en el medio del mar», precisó.
Repuesto
La preocupación se apoderó de los cuatro pescadores y llamaron al puerto de Ilo pidiendo ayuda y que enviaran por lancha el repuesto nuevo, pero perdieron la comunicación. Sólo lograron hacer contacto con una lancha particular a quienes informaron que estaban a la deriva, pero no lograron establecer un punto exacto.
«Les dijimos que estábamos botados sin manera de reparar el motor y pasaban los días y nuestra batería estaba al mínimo. Sólo la prendíamos para intentar una nueva comunicación», relató Gómez.
Pasaban los días y sus condiciones empeoraban, pero lograron llamar por radio al puerto de Valparaíso, informando que estaban a la deriva en mar abierto.
«Los chilenos se preocuparon y nos preguntaron si teníamos agua y víveres. Llevábamos una semana perdidos en condiciones extremas», relató.
Pasaron dos días sin comer nada, sólo hidratándose con el agua que conseguían al derretir el hielo de la conservadora de pescado.
«Las marejadas empeoraron, las olas botaron todo y nos quedamos sin nada», sostuvo.
Asustados, los pescadores se aferraron en cubierta a los aparejos de pesca que soportaron los embates del embravecido mar. Sólo ingresaban a la cabina a ratos para intentar una nueva comunicación mientras esperaban el rescate de la Armada chilena.
El viento corría a 28 nudos relató Darwin Gómez, el cielo se nubló y cayó la lluvia. Estaban atormentados. «Aguantamos con la última esperanza puesta en la radiobaliza, pero el patrón de la lancha no quiso lanzarla, a pesar de que yo le insistía que no había nada más que hacer», dijo.
Seguridad
La lancha ya no era segura, los pescadores estaban aterrados y Bernal Nina accedió al fin a soltar al mar la radiobaliza que sería la salvación.
La embarcación de la Gobernación Marítima de Antofagasta los encontró el viernes por la noche, pero las condiciones climáticas impidieron su rescate inmediato.
El suplicio de los peruanos siguió durante algunas horas más en alta mar.
«Ellos vieron que era imposible acercarse a nosotros, era una situación de película muy angustiante. Como pudieron nos dijeron que estuviésemos tranquilos», dijo desde Ilo.
La lancha chilena no se movió del lugar y esperó atenta el amanecer para comenzar el rescate.
Darwin Gómez, al igual que sus compañeros, dejará el mar un tiempo. «He meditado mucho, mis otros compañeros siguen nerviosos y uno de ellos desde que estábamos a la deriva no ha dejado de predicar la palabra de Dios. Esta es una experiencia que nos marcó, pero que no nos alejará del mar», reiteró
La odisea de pescadores peruanos en alta mar http://t.co/VuSAUGeisP http://t.co/IsRgKo6k1p