Tripulaciones más capacitadas para navegar en aguas polares, adecuaciones a los equipos de cubierta en las naves para que estén protegidos de las bajas temperaturas y el uso de combustible liviano son algunas de las medidas que contempla el llamado Código Polar.
Una normativa que a contar del 1 de enero próximo comenzará a regir para los cruceros y otras embarcaciones que incursionen en los mares polares, y que marcará un antes y un después para las navegaciones turísticas en este sector.
Durante cinco años, la Organización Marítima Internacional trabajó en la definición de este nuevo marco, luego que en 2007 el buque turístico Explorer se hundiera en el estrecho de Bransfield, entre las islas Shetland del Sur y la península antártica. Hoy está a más de 1.300 metros de profundidad, y pese a que lo hizo con 210 mil litros de combustible, el saldo fue positivo: se salvaron sus 154 ocupantes (pasajeros y tripulantes) y no hubo una catástrofe ecológica. Sin embargo, a partir de este caso surgió la necesidad de evitar que nuevos naufragios provoquen una tragedia.
Ahora, la Armada chilena se alista para difundir el código -que lleva más de un año en marcha blanca- para que los armadores de naves adecuen sus sistemas a la nueva regulación. Con el mismo fin, la IAATO (International Association of Antarctic Tour Operators), organismo que aglutina a operadores turísticos antárticos, ha sugerido que desde 2017 estas naves no lleven más de 400 personas, entre pasajeros y tripulantes.
Milenko Buljan, agente naviero en Magallanes, dice que la oportunidad es que las empresas de servicios se adapten a esto también. «Punta Arenas, como puerto de servicios a la navegación antártica, tiene más oportunidades para recibir barcos que cumplirán la nueva normativa. Serán cruceros nuevos y de mayor maniobrabilidad», destaca.
Para Jaime Vásquez, presidente de la empresa Antarctica XXI, que opera con dos cruceros (de 70 y 110 pasajeros), las nuevas exigencias arrojan un saldo positivo: «Los estándares que exige este código nos da la certeza de que los barcos deben estar suficientemente equipados para evitar accidentes «.
El Código Polar no solo limita indirectamente la cantidad de pasajeros. Las embarcaciones deberán usar combustibles de fácil evaporación, perfeccionar el tratamiento de agua a bordo, y contar con acomodaciones y medidas de escape, entre otros aspectos, con lo que varios barcos quedan fuera del circuito.
El capitán de navío Jorge Imhoff, director del Centro de Instrucción y Capacitación Marítima de la Armada, sostiene que este código llega en un momento en que «hay un tráfico creciente, y se tomó la decisión de mejorar los estándares de las naves y los conocimientos y habilidades de las tripulaciones». Al tratarse de aguas internacionales, añade, «será responsabilidad de cada país cumplir las exigencias».
Con todo, Vásquez no visualiza un impacto negativo en la industria, mientras que el intendente de Magallanes, Jorge Flies, admite que es una oportunidad para que la capital regional siga desarrollando su plataforma de servicios logísticos para quienes se dirigen al continente blanco.
VIAJES
En la temporada pasada, visitaron la Antártica unos 38 mil turistas en 47 barcos. De ellos, entre 12 y 15 naves operan desde Punta Arenas y Ushuaia, principalmente.
Fuente: El Mercurio
Nueva regulación elevará las exigencias a los cruceros que naveguen a la Antártica https://t.co/A610bxAsqA https://t.co/bxboGnuAxr