Las redes satelitales no solo pueden indicar la posición exacta de una persona en la Tierra, sino que también son capaces de registrar las deformaciones experimentadas por el suelo terrestre durante un terremoto.
Esa es la premisa bajo la cual funciona G-FAST, un software de alerta temprana de terremotos y maremotos desarrollado por el geofísico Brendan Crowell de la U. de Washington. Este fue puesto a prueba exitosamente en simulaciones de los terremotos del Maule (2010), Iquique (2014) e Illapel (2015), según revelaron ayer tres estudios en la revista Seismological Research Letters.
El programa podría ayudar a advertir con mayor certeza sobre la localización de un terremoto y su tamaño probable en las localidades hacia las que se propaga la onda sísmica, incluso varios segundos antes de su llegada.
En Japón, por ejemplo, con este tipo de información -que no se obtiene en forma satelital, sino a través de redes terrestres- es posible advertir al tren bala para que reduzca su velocidad, aplicar protocolos de emergencia en servicios básicos como agua y luz o detener ascensores, dice Sergio Barrientos, director del Centro Sismológico Nacional, quien participó en dos de las publicaciones.
Además, la información obtenida podría acelerar la alarma de tsunami a un par de minutos tras el terremoto, dice el especialista, lo que es muy rápido si se considera que el maremoto demora unos cinco a diez minutos dependiendo de su localización.
«Como G-FAST desarrolla un modelo de la deformación debido al terremoto, puede ser directamente empleado para alerta temprana de tsunami al predecir cómo será el levantamiento del lecho marino y las olas resultantes de él», dice Crowell a «El Mercurio».
Red nacional
El especialista estadounidense viajará a Chile en mayo para instalar el software en el Centro Sismológico Nacional. Este funcionará asociado a una red de estaciones GPS y sismográficas en terreno que entregarán la información a lo largo del país. La identificación temprana de tsunami estará disponible de forma inmediata. En cuanto a la información de alerta, Barrientos dice que en Chile es una facultad de la Oficina Nacional de Emergencia. «Nuestra labor sería entregarle esa información vía computador y ella decidiría cómo y a quienes se divulga esa información».
Según explica el sismólogo, dado que en Chile los epicentros de los terremotos ocurren muy cerca de la costa, obtener las características de un sismo cercano -especialmente el tamaño y zona de ruptura- de manera rápida es muy difícil, ya que se produce una saturación de datos de las distintas estaciones que lo registran. Por ello es necesario esperar que las ondas sísmicas se propaguen a distancias lejanas para determinar el origen con precisión, lo que toma 10 a 15 minutos.
Pero este tiempo puede ser reducido dramáticamente gracias a la información sobre el desplazamiento de la tierra producto del sismo que se obtiene gracias a los posicionadores satelitales GPS, que consiguen y transmiten esos datos prácticamente en tiempo real.
Si el G-FAST más una red de sismógrafos especialmente dedicada a alerta temprana hubiese estado disponible durante el terremoto del Maule, por ejemplo, se habría podido saber la magnitud del terremoto del 27F con cerca de 30 segundos de anticipación antes de que las ondas sísmicas fuertes hubiesen llegado a Santiago y se podrían haber tomado medidas precautorias mínimas, dice Barrientos.
»Como las ondas sísmicas demoran en propagarse, la idea es avisar a lugares que están un poco más lejos del epicentro, pero lo suficientemente cerca para sentir los
efectos del terremoto».
SERGIO BARRIENTOS
Director Centro Sismológico Nacional
Fuente: El Mercurio