La constructora busca retomar las concesiones y, junto a Conpax y R&Q, presentó al MOP una iniciativa privada vial ligada al futuro megapuerto de San Antonio.
Entrar al negocio inmobiliario y retomar la actividad en concesiones de obras públicas. Esas fueron las dos líneas de negocios que definió la constructora Claro Vicuña Valenzuela (CVV) para diversificar sus ingresos y seguir creciendo.
En ambos casos ya hay avances relevantes. La compañía, que hasta ahora ha estado ligada principalmente a obras civiles, edificación para terceros, trabajos en minería e infraestructura, concretó su debut en el sector inmobiliario.
CVV, ligada a las familias Vicuña, Claro, Carlos Molinare y Francisco del Río, optó por asociarse el grupo inmobiliario chileno Gespania, relacionado a las familias Bronfman, Decombe, Izquierdo y Fuenzalida, para invertir en el desarrollo de edificios de departamentos en las comunas de Santiago, Las Condes, Ñuñoa y Macul.
El gerente general de CVV, Roberto Verástegui, afirmó que la fórmula será a través de aportes de capital de la constructora a Gespania. Los primeros proyectos suman una inversión de 1,2 millones de UF, cerca de US$ 51 millones, durante un período de cuatro años. Estos planes, que involucrarían unas 1.400 viviendas, les reportarían ventas a los socios por unos seis millones de UF, en torno a US$ 257 millones hacia 2022.
Roberto Verástegui proyectó que el negocio inmobiliario representaría cerca del 10% de los ingresos de la constructora dentro de cuatro años. Pero precisó que ese porcentaje podría crecer, ya que también están abiertos a analizar otras formas o asociaciones para expandirse en esa industria y no solo ser aportantes de capital.
Este año, CVV prevé facturar del orden de los $100 mil millones, monto semejante al que alcanzó en 2017.
«Están sentadas la bases para un crecimiento importante del negocio inmobiliario. Tenemos tasas de interés atractivas, un nivel de empleo que permite que las personas accedan a nuevas viviendas y hemos estado tomando posiciones en terrenos que nos permiten desarrollar proyectos de manera bastante sostenible», comentó Verástegui.
Los cuatro proyectos inmobiliarios de departamentos que está impulsando CVV y Gespania son para la venta e involucrarían aproximadamente mil puestos de trabajo en un lapso de dos años.
Propuesta al MOP
CVV participó en concesiones del Transantiago, como las estaciones de trasbordo y el corredor Santa Rosa, y desarrolló junto a la española Dragados la ruta Puerto Montt-Pargua. Ahora busca retomar su participación en esta actividad de infraestructura.
Por ello, acaba de presentar al Ministerio de Obras Públicas (MOP) una iniciativa privada de concesiones que apunta a descongestionar los accesos viales del futuro Puerto de Gran Escala de San Antonio.
La obra -que costaría 1,1 millones de UF, unos US$ 47 millones- busca reordenar los flujos de entrada y salida al terminal marítimo, tema que hoy es una preocupación para los operadores portuarios, quienes critican las demoras en el tránsito, lo cual afecta la eficiencia de sus actividades.
Esta iniciativa la ingresaron al MOP en consorcio con la constructora chilena Conpax y la empresa local de ingeniería R&Q. Los socios aspiran a que el plan sea declarado de interés público por el MOP para su futura concesión, que sería a 28 años plazo y sin subsidios. Se cobraría peaje.
CVV también actúa en el rubro minero con obras entre las que destaca el movimiento de tierra. La firma proyecta un alza importante en esta actividad -que represente 25% de sus negocios- debido a la recuperación del rubro y el valor del precio del cobre.
En otro aspecto, debido a la baja en los precios de la energía, la constructora puso a la venta su Parque Solar Quillagua en Antofagasta, que se emplaza en un sector de 350 hectáreas y tiene un potencial de hasta 200 MW.
Otros proyectos que construye la firma son una cárcel en Concepción, por $ 25 mil millones, y próximamente el aeropuerto de Iquique para la concesionaria A-Port, por más de $35 mil millones. CVV tiene una cartera de obras por ejecutar por unos $150 mil millones.
Fuente: El Mercurio