El viaje del Presidente Sebastián Piñera a China durante la próxima semana se da en el momento más boyante de la relación comercial entre Chile y Beijing. El año pasado el comercio entre ambos países superó los US$ 41.000 millones, lo que afianza la posición del gigante asiático como el principal socio comercial de nuestro país, concentrando el 32% de nuestras exportaciones, superando a Estados Unidos, la Unión Europea (UE) y Japón (ver infografía) .
Además, el 76% de lo que exportamos a China durante 2018 fue cobre, según cifras de la Dirección de Relaciones Económicas Internacionales (Direcon) de la Cancillería. Mientras que los principales productos que importamos desde el gigante asiático fueron maquinaria, vestuario, productos de hierro y acero y teléfonos.
Sin embargo, uno de los últimos conflictos que se levantó en la relación comercial entre China y Chile ocurrió en enero, a propósito de la fijación de una sobretasa provisoria de 9% a la importación de bolas de acero desde China, de uso intensivo en la minería. Esta vez, el productor local de bolas de acero, Molycop, solicitó las salvaguardias a la Comisión chilena antidistorsiones porque estima que las importaciones de ese producto que hace su competidor desde China, Elecmetal, vienen con algún tipo de dumping , lo que le ha afectado en términos económicos y de rentabilidad de su negocio.
Fue el propio gobierno chino el que salió a responder. «Esto podría perjudicar el dichoso presente y futuro prometedor de nuestra cooperación económico-comercial bilateral», dijo el consejero económico y comercial de la sede diplomática china en Santiago, Lui Rutao.
Este capítulo enciende las alarmas respecto de qué tan conveniente es para Chile esta dependencia del comercio chino, a ojos de expertos.
Osvaldo Rosales, exdirector de la Direcon y de Comercio Internacional e Integración de la Cepal, afirma que «Chile ha venido profundizando su relación con la economía más dinámica del siglo XXI, pero con una canasta del siglo XIX. Estamos dependiendo de muy pocos productos y estamos restándonos de exportar tecnología, servicios y conocimientos y seguimos enfocados excesivamente en recursos naturales», apunta el hoy analista y consultor en temas de economía internacional.
Somos muy volátiles a lo que pase en China, agrega Rosales: «Si la demanda doméstica de China cae dos puntos durante dos años seguidos, el mundo deja de crecer 0,4 puntos porcentuales. Además, somos muy volátiles a lo que pase con el precio del cobre, tanto que repercute en nuestras finanzas públicas».
En un punto que Rosales hace hincapié es que Chile no debe estar en ninguno de los bandos de la guerra comercial, la que él bautiza como «guerra tecnológica»: «Me preocupa que nos aliemos con uno, me preocupa en ese sentido la (reciente) visita de Mike Pompeo (secretario de Estado de EE.UU.) a Chile. Para una economía pequeña y abierta como la nuestra, no conviene tomar postura, es lo peor que se puede hacer».
«Si algunos países en desarrollo caen en la trampa de hacerle el juego a EE.UU., perderán autonomía en sus decisiones de comercio e inversión, limitando sus posibilidades de crecimiento. Y con eso, uno no podría descartar algunas represalias comerciales de parte de China», añade.
Carlos Portales, exdirector de Asuntos Exteriores de la Cancillería y actual docente del Instituto de Estudios Internacionales de la U. de Chile, comenta que el crecimiento de las exportaciones chilenas a China «es un hecho notable. Demuestra el interés de la nación asiática por nuestros productos, el cobre ha sido tradicional, pero se han agregado productos agroalimentarios cada vez más variados y en crecimiento. Esto es muy positivo para una economía cuyo crecimiento tiene a la exportación como una de sus vigas».
Portales plantea que «la concentración puede acarrear vulnerabilidades, pero el esfuerzo en diversificación de mercados, que es importante, no puede ser en desmedro de los mercados ya logrados. En relación con las vulnerabilidades potenciales ellas surgirían si la estabilidad de la relación comercial fuere usada como amenaza en la resolución de conflictos. De allí que las reglas claras sean fundamentales y de ahí el valor de nuestros acuerdos comerciales con China. Otra cosa sería intentar poner la estabilidad del conjunto de la relación por controversias puntuales. El respeto de nuestras reglas nacionales en esos casos es clave. Y de ahí la necesidad de profundizar en el conocimiento y observación de las prácticas comerciales y de las vinculaciones internacionales en los temas económicos de nuestros principales socios».
Direcon desestima riesgos
Desde la Direcon aclaran que el hecho de que China concentre un tercio de nuestras exportaciones no representa un riesgo. Chile cuenta con una red de acuerdos comerciales con 64 economías que concentran el 64% de la población mundial y un 86% del PIB global, recuerdan. «Chile mantiene su firme compromiso con la integración y la apertura económica, principios que han orientado nuestra exitosa política comercial durante los últimos 30 años, y que han sido piedra angular de nuestro crecimiento y estrategia de desarrollo».
Agregaron que Chile ha desarrollado una nutrida agenda de trabajo con China, donde el fortalecimiento del intercambio comercial ha sido el eje central de las últimas reuniones desarrolladas con las más altas autoridades. «Sin duda será un tema prioritario en la visita de Estado del Presidente Piñera a dicho país a fines de este mes».
Fernando Reyes Matta, exembajador de Chile en China y actual director del Centro de Estudios Latinoamericanos sobre China de la U. Andrés Bello, recalca el hecho de que China sea, como destino, el receptor de un tercio de nuestras exportaciones no es negativo per se . «A Chile le conviene sobremanera tener muchos tratados de libre comercio, y somos el país que tiene más tratados en el mundo», afirma, y agrega que aunque el gigante asiático represente por sí solo un alto número, no hay que olvidar que el otro 70% de las exportaciones van a otros países. «Lo que importa es que vayamos diversificando los productos que exportamos, para que no sea solo cobre», dice.
«No hay que olvidar que nuestros TLC con otros países son solo comerciales, y no políticos. En plena crisis con Irak, Chile no se alió con Estados Unidos, que entonces era nuestro principal socio», sostiene el exembajador.
En particular sobre el conflicto de la importación de bolas de acero desde China y la polémica por el gravamen al que se verían expuestas, Reyes Matta asegura que mientras existan los canales adecuados para resolver controversias, no hay problema. «Las mineras chilenas lo que están haciendo es defender su opción de proveerse al menor precio y consideran que la mejor opción es hacerlo con un producto que no es nacional», recalca quien fue diplomático por 12 años y estuvo en la implementación del TLC de Chile con China. «Lo de las bolas de acero es un punto muy particular que no debiera tener efectos en la relación de Chile con China. Por eso el Presidente Piñera va en unas semanas de visita».
El también exembajador de Chile en China Jorge Heine, hoy investigador en políticas públicas en el Wilson Center en Washington, recalca que «tradicionalmente Chile dependía de EE.UU. y Europa occidental. Bueno, en 20 años se ha sumado China, esa una realidad y es bueno que nos hayamos diversificado», apunta. Al mismo tiempo, da un dato: el año 2020, la mitad de todo lo que se consuma en el mundo provendrá de Asia. Ese es el contexto de las relaciones comerciales, explica. «Uno exporta hacia donde hay demanda, y hoy la demanda está en China, por eso las exportaciones aumentan a ese destino», dice.
Sobre la posibilidad de que tener un socio comercial tan fuerte nos haga vulnerables a una caída repentina de dicha economía, Heine recuerda que China tiene un control central. «Ellos tienen control absoluto del movimiento de capitales, por lo que son mucho menos vulnerables a una crisis financiera global, por ejemplo». ¿Sería bueno que Chile ampliara su matriz de productos? Sí, dice el exembajador, pero recuerda que hay que tener claro que ya no solo exportamos cobre. «El vino chileno no paga arancel en China; el italiano y el francés sí, eso nos da una ventaja competitiva. Lo mismo con las cerezas, que son un tremendo mercado de exportación para Chile».
Sobre las diferencias comerciales que pueden surgir entre empresas o sectores de ambos país, Heine se enfoca en la institucionalidad. «Hay procedimientos estandarizados y que se utilizan para resolver diferencias», recalca.
Fuente: El Mercurio