Perú acaba de convertirse en el último país de América Latina que se suma a la iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda, pese a las advertencias de Estados Unidos sobre el aumento de la influencia de China en la región.
El gobierno peruano firmó este jueves un memorando de entendimiento en Pekín para unirse a la ambiciosa iniciativa de infraestructura.
La Nueva Ruta de la Seda, emblema del gobierno de Xi Jinping, tiene en realidad otro nombre oficial: Yīdài yīlù (Una franja, una ruta) o en inglés Belt and Road Initiative (La Iniciativa de la Franja y la Ruta -o BRI, por sus siglas en inglés-), y consiste en una ola de fondos chinos para grandes proyectos de infraestructura en todo el mundo.
Al igual que la antigua ruta comercial marítima, la Nueva Ruta de la Seda tiene como objetivo vincular a China con Europa, Medio Oriente, África y ahora también América Latina.
Xi lanzó la iniciativa en 2013, y desde entonces se han sumado más de un centenar de países.
La Nueva Ruta de la Seda en América Latina
Al comienzo, América Latina quedó fuera del mapa oficial de la iniciativa, pero en los últimos meses varios países de la región se han sumado a la misma mediante memorandos de entendimiento.
Panamá fue el primer país latinoamericano que se incorporó, y después se han ido sumando Uruguay, Ecuador, Venezuela, Chile, Uruguay, Bolivia, Costa Rica, Cuba y Perú.
En algunos casos, dichos memorandos ya se están traduciendo en proyectos e infraestructuras concretas.
En Ecuador, la reconstrucción del aeropuerto internacional «Eloy Alfaro», en la ciudad de Manta -que se vio afectado por el terremoto de magnitud 7,8 en abril de 2016- se está llevando a cabo con capital chino.
Ecuador recibió un crédito por US$20,7 millones de un banco chino, y un aporte del Estado ecuatoriano de US$4,5 millones, según la agencia china Xinhua.
Un consorcio chino también construye dos puentes en las localidades de Canuto y Pimpiguasí, todas ellas en la provincia de Manabí, en el occidente del país.
En Panamá también está proyectada una obra en el marco de la misma: una línea de tren que conecte a la capital del país con la ciudad occidental de David, a un costo inicial estimado de US$5.500 millones.
No obstante, hay que destacar que aún sin la Ruta de la Seda, China lleva más de una década siendo un actor protagonista en las inversiones América Latina, donde sus bancos de desarrollo prestaron US$150.000 millones en los últimos 12 años.
Un importante socio comercial
La decisión de Perú de sumarse a la iniciativa se produce dos semanas después de una visita del Secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, a cuatro naciones de Sudamérica, donde advirtió repetidamente sobre los riesgos de lo que describió como»préstamos corrosivos de China».
China se ha convertido en el mayor socio comercial de Perú, y el comercio entre ambos alcanzó la cifra récord de US$23.000 millones en 2018, según cifras oficiales.
«China se ha consolidado como el principal socio comercial del Perú y estamos seguros de que las relaciones entre ambos países se profundizarán aún más gracias a las iniciativas de cooperación que puedan desarrollarse en el marco de la Ruta de la Seda», dijo el ministro de Comercio Exterior y Turismo de Perú, Edgar Vásquez, en el marco de un foro global sobre la iniciativa comercial que se celebra en Pekín.
Chile, que al igual que Perú es un aliado cercano a Estados Unidos, anunció en noviembre que se uniría a la iniciativa.
Es que para Chile, China también es su principal socio comercial. En 2018, las exportaciones e importaciones a China sumaron US$42.791 millones, según cifras oficiales.
El presidente chileno, Sebastián Piñera, es uno de los 37 jefes de Estado -único latinoamericano- y de gobierno que asisten en Pekín al II Foro de la Ruta de la Seda, inaugurado este viernes por el presidente Xi.
«Queremos transformar a Chile en un verdadero centro de negocios para las empresas chinas, para que ustedes puedan, desde Chile, llegar también a toda América Latina», dijo Piñera desde China.
Críticas a la iniciativa
El objetivo de China es acelerar la llegada de sus productos a mercados más lejanos.
China ya ha financiado trenes, carreteras y puertos, y las empresas de construcción chinas han obtenido contratos lucrativos para conectar puertos y ciudades, financiados por préstamos de bancos chinos.
Se espera que la iniciativa implique un total de US$1 billón en inversiones.
Pero para los críticos, la Nueva Ruta de la Seda no solo representa un audaz aumento de la influencia geopolítica y estratégica de China, sino también el endeudamiento de los países receptores.
Durante el foro en Pekín, Xi quiso aliviar las preocupaciones sobre la iniciativa y prometió garantizar la transparencia y la «sostenibilidad fiscal» de todos los proyectos.
«Todo debe hacerse de manera transparente y debemos tener tolerancia cero ante la corrupción», dijo Xi.
«También debemos garantizar la sostenibilidad comercial y fiscal de todos los proyectos para que alcancen los objetivos previstos según lo previsto».
Fuente: BBC News Mundo