Agotamiento de recursos provoca histórica caída en sector pesquero

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Capturas bajaron 91% en las últimas dos décadas debido al intenso régimen de extracción. Fenómeno El Niño también influyó en los resultados.

El paulatino y progresivo agotamiento de los recursos pesqueros en la zona está provocando una caída histórica de los desembarques industriales.

Según cifras del Servicio Nacional de Pesca (Sernapesca), durante 2014 las capturas alcanzaron sólo al 9% de lo que lograban las flotas hace 20 años, cuando especies como el jurel, la anchoveta y la caballa abundaban en nuestro mar territorial.

De acuerdo a las estadísticas históricas entregadas por la repartición de gobierno, los desembarques regionales vienen experimentando una caída progresiva desde 1994, primer año del que se tiene registro. Ese año las capturas totales (industrial y artesanal) en la zona alcanzaron las 710.040 toneladas.

Diez años más tarde (2004) esa cifra cayó a 372.530 toneladas y una década después, en 2014, sólo sumaron 141.134 toneladas. Eso es un 80,2% menos que en 1994.

Durante la década del 90 la pesca en la región y el país vivió una época de oro.

Un patrón de barco pesquero tras un mes de faena podía llegar a ganar $8 millones y son muchas las historias que se cuentan al respecto en las ciudades puerto.

La flota pesquera regional en 1994 contaba con más de 700 embarcaciones y de esas, una veintena correspondían a barcos industriales, aunque el fuerte de la flota industrial nacional tenía recalada en Iquique (152) y la región del Bío Bío (182).

Hace 20 años en la Región de Antofagasta se mantenían operativas -según el Anuario Estadístico de Sernapesca- 39 plantas pesqueras, con líneas de elaboración que iban desde la harina de pescado, congelado, ahumado, conservas o aceite, entre otras.

¿Qué paso durante esas dos décadas? Carlos Herrera, director regional del Sernapesca, sostiene que varios factores que influyeron en la configuración del escenario actual.

«La causa fundamental de la fuerte baja en las capturas pesqueras tiene que ver con la menor disponibilidad de recursos, y ésta está asociada a factores ambientales, como el fenómeno de El Niño y al régimen de capturas al que han estado expuestos durante muchos años», explicó.

Regulación

Según Herrera, las regulaciones a la actividad pesquera se tornaron más estrictas recién hace unos 20 años.

«Sólo a partir de 1991, cuando entra en vigencia la Ley de Pesca y Acuicultura -la cual ha sufrido varias modificaciones con el pasar del tiempo-, se logró controlar la extracción de algunas especies», asegura.

Y si los desembarques totales cayeron 80,2% en estas dos décadas, esa cifra sube a 91% al considerar sólo la pesca industrial. Así, mientras en 1994 el desembarque industrial en la zona alcanzaba las 641.906 toneladas, en 2014 llegó sólo a 57.900 toneladas.

Al respecto, Herrera reconoce que recursos como la anchoveta, jurel, caballa o la sardina -que históricamente formaban el grueso de los desembarques industriales regionales- pueden haber estado expuestos a sobrecapturas durante algunos periodos.

«Es por eso que se deben monitorear de manera permanente las pesquerías, para que cuando lleguen al estado de plena explotación se activen una serie de normas para evitar el agotamiento del recurso, tal como hoy está sucediendo con las algas», sostuvo.

Cobre

Pese a esta pronunciada y progresiva caída de las capturas, las cifras preliminares al tercer trimestre de 2015 apuntan a una fuerte recuperación de los desembarques totales, impulsados por el sector artesanal, que acumula un alza de 312% respecto del mismo periodo de 2014, llegando casi a las 300.000 toneladas. La mayor parte corresponde a algas.

Y aunque parezca increíble, en ese aumento tiene mucho que ver la baja en el precio del cobre.

Es conocido en la industria que cuando los precios del metal rojo andan bajos, muchos productores de menor escala (pirquineros) bajan desde los cerros para dedicarse a la extracción de algas.

Es así como, coincidentemente con las bajas históricas experimentadas por el metal rojo durante el año pasado, durante los nueve primeros meses de 2015 el desembarque bentónico (especies adheridas al sustrato marino) total en la región fue de 208.887 toneladas, lo que representó un incremento del 368,5%, a igual periodo de 2014.

Según detalla la Minuta Sectorial del Sernapesca, eso fue «debido a un significativo aumento en el desembarque de algas pardas, provocado por fluctuaciones de precios a nivel internacional y a una alta en la demanda del mercado asiático».

La participación de esta pesquería es del 99% del total del desembarque bentónico de la región.

Peligro

Pero ese explosivo aumento en la extracción de algas también es peligroso, por el fundamental aporte que esta especie hace a la mantención de la biodiversidad marina.

«Cuando comenzó la explotación de algas hace unos años, se suponía que se haría en base a lo que botaba el mar y se entendía que estaba prohibido romper el disco adhesivo que tienen las algas. Pero los empresarios presionaron y gracias a un resquicio legal hoy esa práctica está masificada y hace un daño enorme», explica Carlos Guerra, director del Centro Regional de Estudios y Educación Ambiental de la Universidad de Antofagasta (UA).

Guerra explica que la mayoría de las especies que son recursos hidrobiológicos pasan su etapa de desarrollo entre esos bosques de algas.

«La mayoría de los recursos que consumimos como población son demersales como la cabrilla, tomoyos, pejeperros, acha y otros, y dependen de esos bosques. Por eso la comercialización de esas especies está tan disminuida y lo que hay en las caletas de la zona son pescados traídos desde otras zonas del país, como es el caso de la reineta», dijo.

Según el investigador, es urgente una normativa que proteja efectivamente estas algas y regule de mejor manera su extracción.

Fuente: El Mercurio de Antofagasta