El megaproyecto que ensanchó la conexión entre los océanos Pacífico y Atlántico ha sido un fuerte impulso para la economía panameña, la que ya ha atraído a una veintena de empresas chilenas que operan en ese mercado. En el futuro, este número podría ampliarse, pues la embajada chilena trabaja en un proyecto para instalar un centro de negocios que facilite la llegada de productos chilenos a Centroamérica. Manuel Fernández Bolvarán, desde Panamá
fines de mayo, el buque escuela «Esmeralda» de la Armada de Chile recaló en Balboa, puerto ubicado a pocos kilómetros de Ciudad de Panamá. Fue la primera detención de su Crucero de Instrucción 2017 y estuvo llena de simbolismo: en su historial de 62 travesías por el mundo, esta fue la trigésima ocasión en que estuvo en el istmo, siendo el país que más veces ha visitado.
Para subrayar este hito, el comandante del buque convocó a varias actividades. Una de ellas fue una recepción el viernes 26 en la cubierta de la «Esmeralda». Pese a la tormenta que se desató esa noche, más de 200 personas respondieron al llamado, entre representantes internacionales y del gobierno local, además de autoridades y empresarios panameños.
Ese mismo día, pero más temprano, el comandante Patricio Espinoza organizó un almuerzo en su comedor para un selecto grupo. Nadie faltó. Ahí estuvieron el vicecanciller panameño, Luis Miguel Hincapié; el ministro (s) de Seguridad Pública de esa nación, Jonattan del Rosario; el gobernador de la Provincia de Panamá, Rafael Pino-Pinto; el secretario general del Parlamento Latinoamericano y Caribeño (Parlatino), Elías Castillo, y los embajadores José Ignacio Piña (México), Anna-Karinne Asselin (Canadá) y Francisco Cruz (Chile).
Un encuentro de alto nivel que sirvió tanto para conversar sobre la relación política y comercial entre ambas naciones, como también para evidenciar cuánto pesa Chile en Panamá.
«Chile ha construido una posición incremental en los últimos cinco años. Nuestras cifras indican que hemos tenido un aumento del intercambio comercial que promedia el 13% en los últimos seis años, lo que es un número potente», dice el abogado de la UC Francisco Cruz Fuenzalida (DC), embajador de Chile en ese país, quien aparece al menos una vez a la semana por la prensa y la televisión panameñas, interesadas en saber qué se opina desde nuestro país de sus políticas públicas.
Chile es visto en esa nación como un referente en varios temas. De hecho, el gobierno local ha solicitado la cooperación chilena para implementar, por ejemplo, su propia reforma procesal penal.
Hub alimentario chileno en las cercanías del Canal
Manufacturas, servicios y agroindustria son los ámbitos donde el intercambio ha ido creciendo con más fuerza, haciendo de Panamá el principal destino de la incipiente inversión chilena en Centroamérica. En ese país ya operan más de 20 firmas chilenas y la embajada tiene entre sus prioridades incrementar la presencia nacional en dicho mercado.
Para ello, un factor determinante ha sido el Canal de Panamá. El 26 de junio de 2016 se inauguró la ampliación de ese paso interoceánico y la Presidenta Michelle Bachelet fue una de las invitadas para la ocasión. «La importancia que el Canal tiene para Chile es enorme y se expresa con mucha claridad en las cifras: en el año 2015, un 25,4% de nuestro comercio exterior utilizó esta vía», dijo la Mandataria a fines de abril de este año en La Moneda, saludando la visita de su par panameño, Juan Carlos Varela, quien además recorrió los puertos de Valparaíso y San Antonio.
En dicha visita oficial, Varela se dio el espacio para cenar con Andrónico Luksic, quien el 17 de noviembre de 1999 había sido invitado a ser uno de los 16 miembros de la Junta Asesora de la Autoridad del Canal de Panamá, instancia en la que solo hay dos latinoamericanos. Además, a través de Quiñenco, el empresario controla CSAV, firma que hoy es dueña del 31,4% de la naviera Hapag-Lloyd, la misma que hasta hace un par de meses ostentaba el récord del buque más grande que había pasado por el canal ampliado. Se trataba del «Valparaíso Express», embarcación para 10.589 TEU (cada TEU equivale a un contenedor de 20 pies), que fue bautizada en Chile a fines de 2016 y cuya madrina es la señora de Luksic, Rocío González.
A casi un año de la ampliación, Chile es hoy el tercer mayor usuario a nivel mundial del Canal de Panamá, superado solo por Estados Unidos y China. Según datos oficiales, nuestro país movió el 12,4% de la carga que usó el paso en el año fiscal 2016, siendo el líder latinoamericano.
Entre las compañías que se han beneficiado con la obra -que elevó de 4 mil a 13 mil TEU la capacidad máxima de los buques que ocupan el Canal- hay varias chilenas. Una de ellas es la firma de servicios marítimos SAAM, que se instaló allí en 2014, en sociedad con Boskalis, y hoy opera una flota de 13 remolcadores en ambos extremos del Canal. «Realizamos 18 mil faenas al año, que equivale a un remolque cada 30 minutos en alguno de los terminales de Panamá», dice su gerente general, Macario Valdés.
Según el ejecutivo, la ampliación «viene a elevar la competitividad de la zona, y proyectamos que el flujo de carga seguirá aumentando». Los datos lo avalan: en el primer trimestre, la economía panameña creció 6,2%, de la mano del sector transporte y comunicaciones (10,4%). «Desde la apertura del canal ampliado al cierre de abril de 2017, han transitado 1.015 embarcaciones. El 90% han sido buques portacontenedores, buques GLP (Gas Licuado de Petróleo) y barcos de GNL (Gas Natural Licuado). Es decir, el efecto de esta ampliación ha beneficiado no solo al comercio de carga de contenedores, sino además a otros sectores, como el de la energía», argumenta Valdés.
Para el embajador Cruz, este aumento en los volúmenes es un dato clave. Por un lado, cree que Chile debe priorizar su desarrollo portuario, para mantener su posición en este mercado. En esa línea, asegura, es necesario «en el mediano plazo, un desarrollo portuario que permita solventar la simultaneidad de recaladas de buques Neopanamax, lo que sumado a la eficiencia logística y portuaria de Chile, haría una excelente combinación».
Además, ve una ventana para que las empresas chilenas generen negocios más ambiciosos en Panamá.
El proyecto que más ocupa a la embajada chilena en estos momentos es generar un «hub alimentario» en las cercanías del Canal, que sirva sobre todo a las compañías agroalimentarias.
«La idea es que usando todas las facilidades económicas que da el país, se construya un centro de negocios para firmas chilenas, a través del cual puedan ingresar productos hacia toda la región de Centroamérica, lo que permitiría elevar la tasa de colocación de productos en mercados cercanos, haciendo eficiente la distribución y reforzando la imagen de Chile como potencia alimentaria», explica Cruz, quien detalla que este hub podría incluir el acopio de productos no perecederos, que también podrían encontrar en él ventajas en escalas y velocidad de venta. El tema, de hecho, se discutió en la gira del Presidente Varela. «Concretar esto sería potentísimo, y se están tanto los espacios como los incentivos para hacerlo», enfatiza el embajador.
En ese sentido, la embajada está haciendo intensas gestiones diplomáticas para que la iniciativa se concrete. Por ejemplo, junto con la Autoridad del Canal de Panamá realizarán un foro a fines de julio sobre inversiones en ese país con los principales agentes navieros que operan en la ruta interoceánica. La idea, plantea el embajador, es lograr generar una mirada de largo plazo: «Chile es un gran exportador no tradicional de políticas públicas, y en el ámbito marítimo, portuario y logístico debemos alentar la discusión regional».
Sonda, Copec y vinos premium en Panamá
Aunque es su principal motor de desarrollo, Panamá es más que el Canal. Y en esos otros espacios, la marca Chile cada vez gana más presencia.
Si uno se sube al transporte público en Ciudad de Panamá, cuenta con un sistema integrado de pago (símil de la tarjera bip! santiaguina), que es operada por la chilena Sonda, de Andrés Navarro.
El metro de la urbe -el único de Centroamérica- está trabajando en colaboración con el Metro de Santiago para la generación de ingresos no tarifarios, como los arriendos comerciales que tiene la estatal chilena en su red; de hecho, el Presidente Varela viajó en el subterráneo capitalino cuando estuvo en Chile.
Si carga combustible, es muy probable que lo haga en una estación de servicios Terpel, cuya operación en Panamá hoy está en manos de Copec. La firma del Grupo Angelini invirtió unos US$ 25 millones el año pasado en este negocio, cifra que debiera mantenerse para 2017 y que se visibiliza, por ejemplo, en las seis estaciones Travel Center que están en las autopistas y donde se están incorporando tiendas Va&Ven, equivalentes a los Pronto criollos.
Y si uno va al supermercado, se topa con secciones enteras dedicadas al vino chileno, con una gran variedad de viñas y botellas que van desde los US$ 7,5 a más de US$ 120. De hecho, vinos premium nacionales copan las cartas de los mejores restaurantes de la ciudad, incluyendo los clubes del hotel de lujo de la cadena de Donald Trump en la acomodada zona de Punta Pacífico.
«Además de la ampliación del Canal, Panamá está impulsando importantes proyectos complementarios de infraestructura -ampliación del metro y aeropuerto, carreteras, puertos, entre otros-, que apoyarán el crecimiento del país sobre el 5% para los próximos años y que le permitirán consolidarse como un importante polo comercial de Centroamérica y dinamizar al resto de las economías de la región», analiza Macario Valdés, de Saam.
En particular, el caso del vino ha sido uno de los más vistosos, por la estrategia comercial que se ha utilizado. Panamá, con poco menos de 4 millones de habitantes, es un mercado pequeño, donde tiene poco sentido apostar al volumen. Por ello, la estrategia de viñas como Altair, Errázuriz, Concha y Toro, Montes, Cono Sur, Undurraga, Valdivieso y Von Siebenthal parece ir girando más en torno al valor.
Las viñas, los distribuidores y la embajada han unido fuerzas con tal de mantener la presencia en el retail y, en paralelo, entrar a restaurantes y hoteles de lujo. Dado el perfil de los turistas y ejecutivos que pasan cada día por el istmo, esta estrategia apunta a lograr un efecto multiplicador a nivel de la región. Asimismo, la embajada ha impulsado una ofensiva para abordar al consumidor final con nuevas estrategias: organiza catas y apoyó la edición de la primera guía de vinos de Panamá, prologada por el embajador, que hoy está agotada en librerías y que podría saltar pronto al formato app.
«Hoy, Panamá es el 29º destino para los vinos chilenos, pero es un mercado muy interesante, porque está ampliamente segmentado. Aquí, lo importante es la tendencia, y ha sido impresionante lo mucho que han penetrado los vinos premium chilenos; hoy tenemos más de 20 etiquetas de alta gama muy presentes en el mercado», explica el embajador Cruz. Los números muestran que en 2014, el 25,81% de lo que los panameños gastaban en vinos iba a productos chilenos. Un año después, la cifra ya había subido al 28,36%.
EMPRESAS CHILENAS
como Sonda y Terpel (Copec) tienen inversiones en ese país. Pero también el Metro está cooperando con su homólogo panameño en materia de ingresos no tarifarios, y el gobierno local ha solicitado también la cooperación chilena para implementar su propia reforma procesal penal.
Fuente: El Mercurio