La uva de mesa, por años, ha sido una de las frutas de exportación más importantes para Chile. Por eso, los esfuerzos de la industria se enfocan en desarrollo de nuevas variedades.
El Instituto de Investigaciones Agropecuarias (http://www.inia.cl/) (INIA), por intermedio del Programa de Mejoramiento Genético de la Uva de Mesa, trabaja constantemente en esta área.
Lo anterior para contar con variedades, hechas en el país, y que se adapten de la mejor manera a las condiciones de Chile; sin tener que depender de las creadas en otros lugares del mundo.
De acuerdo con lo expresado a PortalFrutícola.com por la directora del Programa de Mejoramiento Genético de la Uva, Paola Barba, para poder lograr el objetivo este programa utiliza técnicas tradicionales en la creación de nuevas variedades de uva de mesa.
“Tomamos ores y polen de variedades tradicionales y las cruzamos de la misma forma que lo haría una abeja o el viento”, comentó.
Si bien este programa nació en 1988, fue en 2009 que se logró el mayor impulso. “Con la adjudicación de un proyecto CORFO y la asociación con productores, viveristas y exportadores a través del consorcio Biofrutales”, explicó Barba.
A partir de allí lograron el importante hito del registro de la variedad Iniagrapeone” en 2012. “Ha sido un éxito en destinos lejanos como Corea, Japón e Inglaterra; bajo el nombre comercial Maylen®”, recalcó Barba.
Recientemente el programa dio a conocer dos nuevas variedades (https://www.portalfruticola.com/noticias/2020/02/11/chile-investigadoresdesarrollan-dos-nuevas-variedades-de-uva-de-mesa/) llamadas, INIA G-2 e INIA G3; las que están actualmente en etapa pre-comercial.
El trabajo para desarrollar las variedades Para poder llegar a realizar una nueva variedad, los investigadores seleccionarán siempre las plantas y frutas que reúnan las mejores características.
“Las plantas y su fruta son estudiadas y van pasando varios ltros de calidad y productividad antes de transformarse en una variedad comercial”, puntualizó Barba. Una nueva variedad parte desde una semilla, y para poder llegar a la etapa de comercialización, el programa debe contar con miles de plantas.
“En ese proceso tenemos que esperar 2 a 3 años para que la planta produzca fruta y luego evaluar sus características por otros 2 a 3 años”, argumentó Barba.
La investigadora puntualiza que, para poder llegar a una nueva variedad, es necesario pasar por tres etapas. En primera instancia se selecciona una “planta única” para la siguiente etapa. Esta planta debe cumplir con criterios mínimos de no tener semilla, presentar un calibre suficiente, producción y ausencia de defectos.
En la siguiente etapa, ya con varias plantas, se hacen las pruebas básicas de manejo agronómico y guarda en frío.
Después de esto se llega a la etapa de escalamiento comercial; en la que las variedades son estudiadas bajos manejos comerciales estándar en los lugares de mayor importancia económica en Chile.
“Al cabo de esta etapa se entregan lineamientos de manejo para que los productores
Relación con los productores y la importancia de la iniciativa Paola Barba comentó que por más de 10 años que mantienen buenas relaciones y el apoyo técnico y económico con socios productores, viveristas y exportadores
“Nuestros asociados participan del proceso de selección, asistiendo a días de campo donde ven y prueban la fruta in situ”, señaló la investigadora.
Agregó que estos actores clave en el proceso, además, “nos entregan una mirada comercial que es muy necesaria para un programa que se proyecta en el largo plazo”.
La investigadora comentó que “la uva de mesa está embarcada en el recambio varietal”. Especicó que “los huertos de uvas tradicionales están dando paso a nuevas variedades provenientes de programas genéticos de todo el mundo”.
Sin embargo, algunas variedades no se logran adaptar al país; lo que termina causando el abandono de los productores, incluso luego de haber hecho una inversión importante.
“La importancia de tener un programa genético en Chile es que nosotros creamos y seleccionamos nuestras variedades en Chile, probando su comportamiento por 12 a 15 años”, explicó Barba.
Añadió que “cuando las liberamos a nuestros socios; saben qué esperar de ellas. En ese sentido, son una inversión con menor riesgo, que asegura calidad de exportación para los mercados que Chile abastece”.
En este momento, el Programa de Mejoramiento Genético de la Uva de Mesa cuenta con más de 24.000 plantas en campo.
“Esto constituye una gran fuente de diversidad de donde saldrán variedades 100% chilenas. Estamos trabajando en resistencia natural a enfermedades, colores y sabores que estamos seguros sorprenderán a productores y consumidores en el futuro cercano”, concluyó Barba.
La investigadora, además, agradeció el apoyo de INIA y de Corfo y de los socios de
Biofrutales para poder cumplir con los objetivos del programa.
Fuente: Porta Frutícola