Apoyándose en un «burrito» (andador para adultos), una mujer con problemas de movilidad llega al muelle y sube a la lancha de recorrido Maullín-Quenuir, en la Región de Los Lagos.
Una decena de personas -que llevan bolsas con sus compras o pequeños bidones- ya han abordado la precaria y deteriorada embarcación. Nadie recibe chalecos salvavidas; solo ingresan y se acomodan.
A unos 50 kilómetros, en el muelle de Calbuco, una enorme barcaza, por lo menos muy bien presentada, recibe a sus pasajeros, algunos de los cuales llegan en modernas camionetas.
Los dos son recorridos subsidiados con recursos de la Ley Espejo del Transantiago, pero las condiciones de seguridad son muy distintas.
Las imágenes de sobrevivientes sin chalecos salvavidas tratando de salir a flote durante el hundimiento de un barco de turismo en Colombia encendieron las alertas respecto de las condiciones de seguridad para los cinco millones de pasajeros que se movilizan al año en algún medio de transporte marítimo -fluvial o lacustre- en la zona sur-austral del país.
El no uso de chalecos salvavidas está entre las infracciones más recurrentes, explica el jefe de la Quinta Zona Naval, capitán de Navío Carlos Fiedler.
Las 171 embarcaciones en su jurisdicción -Los Lagos y Aysén- están habilitadas para operar con pasajeros y carga, y muchos de esos servicios brindan conectividad interregional hasta la Región de Magallanes.
Por ello, un millón de vehículos son transportados al año solo por las empresas asociadas a la Asociación de Armadores de Transporte Marítimo Sur Austral (Armasur), que reúne al 90% de las navieras que operan al sur del Biobío.
«El Mercurio» recorrió muelles y embarcaderos y constató dispares condiciones entre servicios. Las barcazas han mejorado sustancialmente, pero las lanchas de pasajeros, incluidas las subsidiadas por el Estado, muestran condiciones precarias en la mayor parte de las localidades sureñas.
El capitán Fiedler dice que en los últimos siete años el crecimiento de las operaciones navieras obligó a incrementar en cerca de 28% la dotación destinada a labores de fiscalización.
Ese período coincide con la puesta en marcha de muchos servicios que son subsidiados por el Estado.
Las fiscalizaciones se realizan cada vez que se despacha o se recibe una nave, y el nivel de las infracciones (18 mensuales, en promedio) bordea el 16% de todos los zarpes o recaladas, explica Fiedler.
Las principales infracciones -además de las cursadas debido al no uso de chalecos salvavidas- son por falta de la dotación mínima de seguridad para los pasajeros y la estiba de la carga. Respecto del chaleco, Fiedler aclara que «es vital» y descarta el argumento de los lancheros, quienes, haciendo gala de un humor negro, aseguran que ante una caída al agua, la muerte llega por hipotermia, y no por inmersión.
«En estas zonas del sur de Chile, si estás abrigado, puedes aguantar una hora o una hora y media en el agua y esperar ser rescatado», dice Fiedler.
720 mil vehículos, entre más del millón de autos y camiones que movilizan anualmente las empresas navieras agrupadas en Armasur, hacen el track entre las dos riberas del Canal de Chacao, hacia o desde Chiloé.
2 mil personas al día, en promedio, usaron la ruta bimodal, que combina tramos marítimos y terrestres entre Puerto Montt y Chaitén.
Fuente: El Mercurio