Combustibles alternativos: la clave para reducir las emisiones del transporte marítimo

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En los últimos años, la interrupción de las rutas de transporte marítimo en el Mar Rojo y las sanciones globales han obligado a los barcos a tomar rutas más largas, aumentando las emisiones en la primera mitad de 2024 en un seis por ciento en comparación con el año anterior. Actualmente, responsable de alrededor del tres por ciento de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, las proyecciones indican que las emisiones podrían aumentar hasta un 130 por ciento de los niveles de 2008 para 2050. Esto ha llevado a la Organización Marítima Internacional (OMI) a establecer objetivos ambiciosos para reducir significativamente las emisiones para 2030 y aún más en 2040, con el objetivo final de alcanzar emisiones netas cero para 2050 o alrededor de esa fecha.

Abordar el aumento de las emisiones del transporte marítimo requiere un enfoque multifacético que combine medidas regulatorias, iniciativas de la industria e innovaciones tecnológicas, particularmente relacionadas con los combustibles alternativos, que presentan las oportunidades más prometedoras a corto plazo para reducir las emisiones relacionadas con el combustible.

Trazando un rumbo sostenible

Actualmente, más del 95 por ciento de los barcos funcionan con productos derivados del petróleo como el fuelóleo con bajo contenido de azufre (LSFO), el fuelóleo pesado (HFO) y el gasóleo marino. Con más de la mitad de la flota mundial de barcos con al menos 15 años de antigüedad, existe una necesidad urgente de renovación. El desafío para los propietarios de barcos en este proceso es seleccionar el combustible adecuado.

Comparación de los principales combustibles alternativos

El gas natural licuado (GNL) ha surgido como una solución inmediata, aunque transitoria, debido a su menor intensidad de carbono en comparación con el fuelóleo pesado, a pesar de ser un combustible fósil. Sin embargo, la industria marítima está avanzando gradualmente hacia el bio-GNL derivado de biomasa de desechos. Sin embargo, el suministro es limitado debido a las restricciones de materias primas y la competencia de otros sectores como la aviación.

El metanol está ganando popularidad por su seguridad y su potencial de bajas emisiones, con un número creciente de barcos de doble combustible que funcionan con metanol entrando en operación. La verdadera promesa radica en el metanol de bajo carbono: el metanol azul, el biometanol y el e-metanol. Aunque la capacidad de producción de metanol de bajo carbono hoy en día es inferior al 1 por ciento de la producción global, se espera que la oferta de metanol de bajo carbono aumente a 11 millones de toneladas por año para 2030 (el 10 por ciento de la producción total de metanol en la actualidad), según BloombergNEF.

El amoníaco, aunque aún no se usa comercialmente en el transporte marítimo, está ganando interés. La mayoría del amoníaco también es gris, pero están surgiendo alternativas de bajo carbono como el amoníaco azul y el e-amoníaco. Actualmente hay proyectos piloto en marcha, con 27 barcos impulsados por amoníaco en pedido, pero persisten las preocupaciones sobre la escalabilidad de la producción y la seguridad, dado que el amoníaco es altamente tóxico (por ejemplo, en caso de derrame).

Todos a bordo

DNV estima que desplegar barcos capaces de usar combustibles de bajo carbono podría costar entre 8.000 y 28.000 millones de dólares estadounidenses anuales entre 2022 y 2050. Se necesitarán otros 28.000 a 90.000 millones de dólares adicionales por año para la infraestructura necesaria de combustibles, incluida la producción de energía limpia, la producción de combustibles (por ejemplo, plantas de electrólisis), la distribución y el aprovisionamiento, todo lo cual requiere una colaboración significativa entre los sectores marítimo, energético y químico.

Estos desarrollos destacan una tendencia más amplia en la industria hacia la adopción de una cartera de combustibles alternativos, cada uno con ventajas y desafíos únicos. A medida que la industria navega por las complejidades de la descarbonización, la búsqueda colaborativa de claridad regulatoria, soluciones rentables e infraestructura sostenible será fundamental para guiar el transporte marítimo hacia un futuro más ecológico.

 

 

Fuente: Macquarie Group