Investigadores chilenos y de Estados Unidos, a bordo del buque de investigación de la Universidad de Columbia, realizarán entre Coquimbo y Chiloé un mapeo de la estructura interna de las placas de Nazca y Continental, además de la zona de contacto entre ambas, para entender mejor su comportamiento y el origen de sismos como el de ayer.
Desde el martes 10 de enero y durante los siguientes 40 días, el buque científico de la Universidad de Columbia R/V Marcus Langseth mapeará la estructura interna de las placas tectónicas de Nazca y Continental entre Coquimbo y Chiloé. Esto permitirá cubrir la zona de ruptura de los terremotos históricos de Illapel del año pasado, del Maule de 2010 y de Valdivia de 1960. El sismo de magnitud 7,6 que ayer afectó el área en torno a Melinka y Quellón justamente está en el extremo sur de área.
«Esto es como una radiografía que nos permitirá estudiar la estructura interna de las placas», explica Eduardo Contreras, investigador del Departamento de Geofísica de la U. de Chile, quien participa en la expedición junto a investigadores de la U. de Columbia, la U. de Texas en Austin y la Oregon State University.
El resultado será como una fotografía en alta definición de la superficie de contacto de las placas donde se producen los terremotos. «Así podremos ver, por ejemplo, si en la estructura hay zonas más y menos rugosas».
Estas deformaciones son el resultado de un prolongado proceso de roce entre las placas. Dependiendo de la rugosidad existente, también se traducirá en mayor o menor intensidad cuando la energía se libere. Si bien no es posible predecir sismos, sí se puede saber mejor dónde es más factible que se produzcan en el futuro.
La idea es estudiar los estratos rocosos y sedimentarios deformados por debajo del fondo marino. Para ello mapearán desde una distancia de 80 kilómetros en altamar. La zona de ruptura más occidental se encuentra a no más de 2 kilómetros por debajo del fondo marino, por lo que es poco probable que genere grandes terremotos. Desde ese punto se mapeará el contacto interplaca hasta profundidades de más o menos 15 km cerca de la costa, donde se gatillan los grandes terremotos.
«Esperamos determinar qué controla la ruptura a diferentes profundidades, y por qué las regiones de Illapel y Maule tienden a tener terremotos más pequeños y más irregulares que las regiones de más al sur, como el terremoto de Valdivia», dice Nathan Bangs, de la U. de Texas en Austin y uno de los jefes de la expedición. «La comprensión de las causas de estos comportamientos diferentes del terremoto ayudará a entender los tipos de terremotos que pueden suceder bajo el mar, tanto en Chile como otros lugares de todo el mundo», destaca Bangs.
Aunque la campaña comprende navegar hasta Chiloé, no alcanzarían tan al sur como para alcanzar el área del epicentro del sismo de ayer. «Sacar de ruta a un barco no es sencillo, esto toma años de planificación», reconoce Mario Pardo, jefe del Centro Sismológico Nacional. «Es poco probable que se modifique la programación por este evento, pero no imposible», dice.
Para detectar las deformaciones, la embarcación dispara con un cañón de aire contra el lecho marino, se producen señales acústicas de distinta longitud de onda, por lo que algunas rebotan en el lecho o se propagan por el subsuelo hasta encontrar una superficie dura que las devuelve hacia arriba. Cuando las señales retornan son captadas por una extensa red de hidrófonos (micrófonos que captan señales en el agua) que la embarcación arrastra con un cable. Al rebotar desde distintos puntos y profundidades, las señales permiten formar una imagen parecida a una radiografía. Adicionalmente, para mayor precisión, los investigadores instalarán en tierra, frente a las zonas donde harán las mediciones, sismómetros de muy alta precisión.
La técnica empleada es de altísima resolución y es la misma que emplean las empresas petroleras para identificar yacimientos submarinos.
El buque ya completó una primera etapa de campaña, entre octubre y el día 9 de diciembre, durante la que mapeó la zona de ruptura entre Iquique y Antofagasta, lo que permitirá analizar el área que gatilló el terremoto de Iquique de 2015.
«Con el material que obtuvimos hay para muchos años de análisis», destaca el geofísico de la U. de Chile, Emilio Vera, quien participó en el primer crucero.
Fuente: El Mercurio