La decisión del Terminal Cerros de Valparaíso (TCVAL) de retirarse del proyecto de expansión del Terminal 2, motivó diversas opiniones de parte de exdirectivos de la Empresa Portuaria de Valparaíso (EPV).
Cabe recordar que la concesionaria resolvió su alejamiento aduciendo «excesivas demoras, más allá de cualquier plazo razonable, en la tramitación ambiental del proyecto», situación que a juicio de los dueños de la empresa Aleatica -de capitales australianos tras la compra de OHL Concesiones- generó pérdidas en su valoración económica.
Con todo, la concesión de TCVAL se extenderá hasta el 15 de abril de 2021, en tanto el proyecto T2 quedó en manos de la EPV, que liderará las etapas de defensa judicial frente a las impugnaciones de la Resolución de Calificación Ambiental (RCA), aprobada en 2018, presentadas por detractores del T2.
Para Raúl Celis, expresidente del directorio de EPV entre junio y diciembre de 2018, el retiro de TCVAL del proyecto T2 no debe ser considerado como una simple anécdota dentro de la trayectoria de la portuaria estatal. «Hay que establecer responsabilidades administrativas por este estrepitoso fracaso que se ha producido con ocasión de la caída del Terminal 2», aseguró el también exintendente regional.
En ese sentido, estimó que le corresponderá al directorio de la EPV «evaluar dónde se han producido los problemas y quiénes son los responsables dentro de la empresa».
Aunque no quiso explayarse en los factores que llevaron a TCVAL a desistir del proyecto de expansión en el Terminal 2, Raúl Celis indicó que la situación afecta mucho a Valparaíso y su proyección en el panorama portuario.
«Le hace perder competitividad a Valparaíso y queda, definitivamente, como un puerto menor frente al gran puerto de Chile, que es San Antonio», señaló el expresidente del directorio de la portuaria estatal.
En cambio, para Raúl Urzúa, quien presidió el directorio entre 2014 y 2018, la decisión de la concesionaria era esperable en atención a los obstáculos que, a su juicio, sufrió el T2, principalmente desde la Municipalidad de Valparaíso y el alcalde Jorge Sharp.
«Para cualquier empresa no es cómodo impulsar un proyecto, sabiendo que la primera autoridad comunal lo ha tratado de torpedear por todos los medios», indicó Urzúa, añadiendo de paso el efecto de las impugnaciones a la RCA del proyecto «de parte de las mismas fuerzas que conviven alrededor de Sharp».
Sin embargo, en lo que respecta a la responsabilidad de la EPV en los hechos, el extimonel aseguró que la entidad hizo todo lo posible para que el T2 se concretara.
«La Empresa Portuaria generó un plan de desarrollo a largo plazo, cumplió todas y cada una de las etapas, pasó por todas las instancias de aprobación; y a mí me constan los esfuerzos que hicieron en el directorio que me antecedió, los que hicimos nosotros y lo que está haciendo este directorio para impulsar el proyecto y darle la máxima seguridad al inversionista», declaró Urzúa, añadiendo además que lo realizado por la EPV se encontró dentro de sus atribuciones y en coordinación con los distintos gobiernos.
Respecto de las declaraciones de Raúl Celis, enfatizó que la empresa no tiene ninguna responsabilidad en el freno al T2, pero «siempre es lícito que alguien vea si hay responsabilidades, es una atribución que tiene todo el mundo».
Y si bien Gabriel Aldoney, expresidente del directorio de EPV entre 2000 y 2006 y exintendente regional, se excusó de no poder profundizar en la materia por encontrarse fuera del país, sí manifestó que «lo ocurrido es una desgracia para Valparaíso que costará mucho superar. Para ello hay que hacer un esfuerzo común, sin el cual la ciudad seguirá en la deriva».
Juan Carlos García, integrante del directorio de la EPV entre junio de 2014 y julio de 2015, lamentó también la decisión de TCVAL de retirarse del proyecto T2, puntualizando que fue la «crónica de una muerte anunciada».
«Uno no se alegra porque se cae un proyecto de 500 millones de dólares con el empleo portuario que significa, pero tampoco se alegra porque son diez años perdidos y ese es un costo que la ciudad debe ver cómo se pone al día», expresó el arquitecto.
Sin embargo, para García es erróneo decir que el proyecto no prosperó por la presión de las organizaciones sociales que se opusieron al T2 como tampoco por la postura del municipio porteño, sino que «técnica y operacionalmente no era un buen proyecto para la actividad portuaria».
En ese sentido, el actual director ejecutivo del Centro Interdisciplinario de Neurociencia de Valparaíso mencionó las falencias que, a su juicio, tuvo el proyecto desde sus etapas iniciales.
«Era un proyecto que tenía una parte importante sin aguas abrigadas y que con el aumento de las marejadas reducía los días de operación; que no tenía la conectividad adecuada al no tener la prioridad de uso del acceso sur, porque Puerto Valparaíso la asignó al Terminal 1; y, además, no tiene las dimensiones adecuadas para recibir los futuros buques de contenedores», recordó Juan Carlos García.
En suma, para el exdirector de la EPV, el T2 «es un proyecto del pasado, no un proyecto del futuro, al ser concebido a fines de los noventa y que durante todo este periodo no consideró que cambiaron los conceptos económicos en el mundo, en Chile y en la ciudad», en atención a la modificación en en las dimensiones de los barcos, la nueva normativa ambiental dictada en el país y las nuevas actividades económicas existentes en Valparaíso.
Respecto de la responsabilidad interna que podría existir en la EPV ante el freno al T2, García cree que la portuaria estatal jugó un rol importante en este revés. «Endosar responsabilidades a terceros no corresponde, ya que fue un proyecto mal planificado, mal diseñado y no se asimilaron de ninguna manera los contextos que podían actuar desfavorablemente hacia este proyecto», aseguró.
Si bien expresó que dentro de la empresa se deben buscar responsabilidades, Juan Carlos García espera que haya señales claras de las autoridades a nivel nacional y regional «para proponer cuál será la ruta que tendrá Valparaíso como ciudad puerto de aquí a los próximos veinte a treinta años. Pero si nos dedicamos a ver las responsabilidades pequeñas para tratar de endosar las propias a terceros, creo que vamos a seguir perdiendo el tiempo».
«Hay que establecer responsabilidades administrativas por este estrepitoso fracaso que se ha producido»
Raúl Celis, Expresidente de EPV»
«No es cómodo impulsar un proyecto, sabiendo que la primera autoridad comunal lo ha tratado de torpedear»
Raúl Urzúa, Expresidente de EPV»
«Es una desgracia para Valparaíso que costará mucho superar. Para ello hay que hacer un esfuerzo común»
Gabriel Aldoney, Expresidente de EPV»
CAMBIOS EN LA TRAMITACIÓN AMBIENTAL
Uno de los puntos que la concesionaria TCVAL consideró como detonantes para su retiro del proyecto T2 fue la demora en la tramitación ambiental de la iniciativa. Ante la necesidad de cambiar los procedimientos de evaluación ambiental para dar mayor seguridad a los proyectos de inversión, Raúl Urzúa planteó que «no cabe duda que se tiene que modificar la legislación si se quiere seguir sacando proyectos de esta envergadura adelante». En cambio, el exdirector de EPV Juan Carlos García cree que todas las instituciones son perfectibles, pero «el estándar al que aspira Chile es de proyectos de muy buen nivel, y un proyecto como el T2 nunca cumplió los estándares de operación portuaria y de impacto ambiental».
2021 es el año en que terminará la concesión de TCVAL sobre el Terminal 2 del Puerto de Valparaíso, luego de su retiro del proyecto de expansión portuaria.
2020 es el plazo límite que tiene TCVAL para comunicar su interés para retomar la construcción del T2, luego de su desestimiento. Si se da, ello debe ser visado por EPV.
US$ 25,4 millones son las pérdidas que cuantificó TCVAL por su retiro del proyecto de expansión portuaria en Valparaíso, decisión que justificó por las demoras en la tramitación ambiental.
Fuente: El Mercurio Valparaíso