«En la avenida Perú el mar se sale a cada rato, es claro que está en malas condiciones operativas»

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La ausencia de normativa que regule la construcción de infraestructura costera deja al arbitrio de los mandantes de las obras la calidad de éstas, y es por ello que en ocasiones sucumben ante las primeras marejadas que deban afrontar.

Según explica el académico de Ingeniería Civil Oceánica de la Universidad de Valparaíso, Master en Ingeniería de Puertos y Costas, CEDEX (España) y PhD in Civil and Environmental Engineering, Cornell University, Patricio Winckler, «esas estructuras tienen obsolescencia, en algún momento dejan de cumplir su vida útil y pueden reconvertirse, como por ejemplo, el caso del muelle Barón, que originalmente era un sitio con muelles de atraque y ahora es un paseo costero, pero finalmente estas obras terminan con su vida útil como consecuencia de los temporales, los tsunamis, o o que sea, y dejan de operar».

Winckler hizo notar que «la infraestructura es relativamente antigua, a excepción de algunas intervenciones recientes en zonas portuarias y algunas intervenciones menores en paseos costeros, como por ejemplo, el paseo Wheelwright, que tiene ya como 12 o 13 años, pero en general es todo relativamente antiguo».

– Pero a pesar de que ese paseo tiene pocos años, ha sido sumamente afectado por las marejadas ¿Hay que cambiar los materiales con que se construye?

– Lo que pasa es que cuando uno diseña una obra, tú la puedes diseñar para un evento súper extremo y terminas con grandes estructuras, o asumes un riesgo más alto y la diseñas para eventos menores y eso implica una necesaria mantención en el tiempo. Por ejemplo, en Japón diseñan estructuras contra tsunamis, entonces son tremendas estructuras que van a aguantar un tsunami y pueden durar 200, 300 años, pero si tú no tienes recursos económicos, entonces lo que tienes que hacer es restringirte a hacer estructuras más baratas, más económicas, que eventualmente pueden fallar con mayor frecuencia, y eso es lo que pasa acá. Por ejemplo, el paseo Wheelwright, en la parte de la pasarela es un fusible, es madera que va a volar y va a seguir volando, ahora están haciendo un par de construcciones que se supone que van a mejorar la hidrodinámica de esa estructura, pero es básicamente por un tema de recursos.

– ¿Y en el caso de la avenida Perú, cuyo paseo peatonal se reinauguró hace poco y las marejadas ya causaron estragos?

– La avenida Perú ya tiene 40 años de construcción y es una zona baja, súper afectada con las mareas, los temporales, el sobrepaso, entonces ahí también, claro, se podrían hacer obras de infraestructura bastante mejores como para mejorar las condiciones operacionales de esa infraestructura, que cumple una función clarísima que es básicamente garantizar la seguridad de los peatones y de los vehículos. Ahí no se hizo una reparación de la defensa costera, lo que se hizo una reparación del camino costero, que es cambiar las losas, pero están sobre una base y una sub-base y tiene ahí una estructura que aguanta el oleaje, pero esa es la misma de hace 40 años, entonces tú puedes arreglar bastante lo que hay arriba, pero si no arreglas la defensa costera y sigue con las mismas condiciones, va a seguir habiendo sobrepasos.

– Más allá de un eventual tsunami, ¿la infraestructura costera debiera concebirse teniendo en cuenta las marejadas, que han ido en aumento?

– Hay algunas que funcionan relativamente bien, por ejemplo, el tramo que llega a Barón, ahí hay una estructura relativamente alta que está súper bien diseñada y no pasa nada con eso, esa estructura va a permanecer. Probablemente, lo que están haciendo ahora en el paseo Wheelwright también mejore las condiciones actuales. Pero hay algunas infraestructuras que, efectivamente, funcionan mal, y en el contexto de marejadas y viendo en el largo plazo, porque las obras marítimas tienen una vida útil similar a la de una persona, esas estructuras, eventualmente, van a fallar en el futuro. Entonces no hay que pensar solamente en este ciclo de marejadas, sino en lo que va a pasar en los próximos 30 o 40 años.

– ¿Qué pasa con la normativa?

– Lo que pasa es que normativa de infraestructura específica no la hay, nadie te dice cómo diseñar en el borde costero. Hay instrumentos de planificación territorial, que son a escala bastante más gruesa, pero no hay instrumentos de normativa que obligue, por ejemplo, a las empresas consultoras o al Ministerio de Obras Públicas a desarrollar de acuerdo a ciertos estándares. Son sólo recomendaciones, entonces hay un tremendo vacío que hay que tapar.

– ¿Hay zonas particularmente vulnerables en la Región?

– En general los sectores bajos, por ejemplo, en Maitencillo, en algunos lugares, para el tsunami del 2015, que fue un tsunami chiquitito, hubo inundación y hubo destrozos; el sector de La Boca también, en Concón, entonces son lugares que están en zonas de riesgo en forma natural, porque son territorios bajos, y en el caso de Concón se suma el hecho de que está al lado de un río, entonces cuando hay mucha lluvia, si el río trae mucho caudal, eso aumenta el nivel del agua y sobre el nivel del agua llegan las olas. Entonces son lugares específicos dentro de la Región donde uno identifica algunas problemáticas que son más o menos esperables, y son recurrentes, en la avenida Perú se sale a cada rato, es clarísimo que está en malas condiciones operativas.

– ¿Qué tipo de estrategias se deberían adoptar para minimizar esos impactos?

– Yo creo que las estrategias debieran ocurrir a diferentes escalas. La macro es a nivel de planificación urbana, que debiera tener algunos criterios que incorporen los riesgos naturales, por ejemplo, si tú vas a diseñar alguna estructura, tienes que considerar que van a llegar marejadas, tsunamis, entonces puedes definir, por ejemplo, zonas de áreas verdes o zonas de baja densidad de uso, y esa es como la escala gruesa, Luego vienen escalas menores, por ejemplo, cuando tú empiezas a ver un caso como el de la avenida Perú, o en La Boca, que está un río que trae arena, una zona relativamente plana, mucho oleaje, entonces ahí entras en una escala mucho más cercana de la obra. Y finalmente, la escala más chiquitita es la escala de cómo se diseña la estructura, donde tienes que definir la geometría específica de una estructura para que te funcione bien.

– Considerando los riesgos que existen y que no hay normativa, ¿debería establecerse una?

– Idealmente sí, para algunas cosas sí, por ejemplo, en el tema de los tsunamis yo creo que debiera haber alguna normativa, tal vez no necesariamente en términos de diseño estructural, pero al menos debiera haber recomendaciones y lineamientos dentro de, por ejemplo, reducir la densidad de uso de suelo, cosa que tú no tengas una tremenda congestión de edificios en la primera línea de costa. Entonces el rol de los instrumentos de planificación territorial en definir la densidad de las ciudades es fundamental, por eso es interesante.

– ¿Las comunas costeras que no tienen plan regulador están más expuestas entonces?

– Bueno, sí, pero por ejemplo, trabajamos en algún momento con algunos arquitectos y en Peyuhue hicimos un seguimiento y después del tsunami cambió el plan regulador, y como consecuencia de eso se definieron zonas de áreas verdes y zonas de uso turístico de borde costero, que son de baja densidad, y lo que pasó después del tsunami, con el que básicamente volaron todas las casas, es que empezaron a llegar casas con mucha menos densidad y con palafitos, como consecuencia de un cambio del instrumento del instrumento de planificación territorial de alguna manera se solucionó un problema, que era el problema de que previo al tsunami habían, no sé, 800 edificaciones en zonas de riesgo, entonces eso permite también reducir la vulnerabilidad para las marejadas, porque al final están en el mismo espacio de costa.

Fuente: El Mercurio de Valparaíso