Por Manuel Lazo Galleguillos
Administrador Público
Agente de Aduana
Presidente de ANAGENA
Estimo que, si nos ponemos autorreferentes, diremos inmediatamente que sí, pero si somos acuciosos en el análisis, creo que, a lo menos, vamos a dudar.
Hagamos un poco de historia. Corría diciembre de 1977, cuando llegué a esta actividad, en ese entonces era una aduana para bultos sueltos esencialmente cajones, puedo de ya decir que era “lenta”. Todo se hacía a lo menos 2 veces, es decir, lo que el agente de aduana “pedía”, en un documento llamado Póliza, aduana lo volvía a hacer una o varias veces.
Por ejemplo, la valoración la revisaba “el comprador”, funcionario del servicio cuya misión era dar número de aceptación y fecha a la póliza, seguidamente como todo tenía aforo en esa etapa el “Vista de aduanas”, profesional con título universitario de Administrador Público mención aduana, procedía al aforo, etapa en que entre una de las funciones era revisar por segunda vez el valor. El acto de aforo debía ser legalizado por un vista revisor, quien entre otras cosas volvía a revisar “el valor” entre otros atributos a revisar de dicho acto.
Todo se iniciaba con una autorización de retiro en la compañía naviera, en donde se tenía que destinar un día para ello, luego se continuaba el con el despacho portuario, consistente en la transcripción de los datos de la papeleta (DPU,Dress) por parte del puerto a un recuadro de la póliza, sumemos otro día. Lo anterior, si es que no estaban extraviados los cajones, ya que, en ese caso, primero había que encontrar los bultos, labor que recaía en los auxiliares de los agentes, si no podían pasar semanas sin aparecer.
Ocurrido aquello, me refiero al despacho portuario, se iniciaba el trámite aduanero cuyo primer trámite era la numeración, la que con bastante eficiencia se lograba en 1 día, aceptada la póliza debíamos conseguir la remisión interna a la sección de aforo, el aforo con la mayor eficiencia se lograba en 2 días ,los trámites internos eran designación ,aforo físico , aforo documental y escritura del aforo, era repetir lo escrito por el agente de aduana, finalmente revisión y legalización, bastante diligencia había que tener para lograr todo lo anterior en 2 días.
Finiquitado el aforo se debía conseguir la remisión interna a la sección liquidación, la liquidación valga la redundancia consistía en la determinación del monto de los impuestos, un día más en el trámite. Efectuada la liquidación por aduana debía enviar al servicio de tesorerías la póliza para la emisión del comprobante de pago, otro día.
Por último, era necesario otro día para pagos portuarios y retiro, en total, estando muy atentos lográbamos el trámite en 8 días hábiles. Ahora si el trámite se descuidaba bien podía demorar 1 mes e incluso más.
En un momento, en el año 1979, funcionarios visionarios, uno de ellos un destacado abogado aduanero, diseñan e implementan el sistema actual que cambia la forma de actuar del agente de aduana, pasando de “pedir” a “declarar”, donde aduana deja de repetir lo hecho por el agente.
Así el trámite pasa de demorarse 8 días a 2 días, (en versiones eficientes).