Impacto y una fuerte controversia -que se expresó en un nutrido intercambio epistolar a través de cartas a «El Mercurio»- se desencadenó esta semana entre diversos actores del mundo portuario de la Quinta Región. Esto, luego de que este medio diera a conocer el domingo pasado que el puerto de San Antonio se estaba preparando para, a partir de esta temporada, recibir cruceros con turistas.
La polémica en sí no involucra a San Antonio -ni al protagonista del anuncio, Puerto Central, controlado por el grupo Matte-, sino que a su vecino, Valparaíso, donde dos de los actores portuarios que operan allí se recriminaron fuertemente por una situación que en la práctica se traducirá para dicha ciudad en la pérdida de la recalada de al menos 18 cruceros al año, a partir de octubre próximo.
El duro intercambio de cartas lo protagonizaron ejecutivos y directivos de la estatal Empresa Portuaria Valparaíso (EPV) y del Terminal Pacífico Sur (TPS), concesionario ligado al grupo Von Appen. La primera firma acusa a la compañía de capitales privados de ser responsable de la salida de los cruceros de Valparaíso, al poner trabas a las recaladas de estos barcos. La segunda se defiende y descarta que no apoye al turismo, a la vez que lamenta que no se puedan realizar labores de aforo en el puerto, cuestionando de paso a EPV.
Pero en medio de este fuego cruzado, TPS ha elaborado un plan que busca, al menos en parte, solucionar el problema. Se trata de una propuesta y trabajo de ingeniería que TPS prevé poner a disposición de las autoridades del puerto para el desarrollo de infraestructura dedicada exclusivamente a la atención de pasajeros, y que consiste en reutilizar la estructura del Muelle Barón.
La idea de TPS es que este plan sea licitado por EPV. «Creemos que un proyecto como este despertará el interés de muchos inversionistas, entre los que nos incluimos», señala Oliver Weinreich, gerente general de TPS.
El ejecutivo agrega que «el desarrollo de este proyecto lo hacemos de manera voluntaria, como muestra del compromiso que tenemos con toda la comunidad porteña y porque somos los primeros interesados en apoyar la llegada de cruceros a nuestro puerto».
¿En qué consiste el plan? La iniciativa fue encargada por TPS a la empresa especialista en puertos y costas PRDW Aldunate Vásquez Ingenieros, e involucra una inversión de US$ 11 millones. Se trata de obras para recibir cruceros de hasta 300 metros de eslora, a través de la construcción de una plataforma de desembarque de 148 metros de largo por 12 de ancho, cuya estructura es un tablero de hormigón armado sobre un sistema de vigas metálicas y pilotes metálicos insertados en el fondo marino. Se añade una pasarela de conexión con el actual Muelle Barón, además de un par de postes de amarre hacia la proa del crucero (ver imagen).
Según TPS, se trata de una obra que podría estar operando en un plazo de 18 a 24 meses, incluyendo ingenierías, tramitación ambiental y construcción.
Esta iniciativa sería de apoyo a la atención de cruceros en los terminales actuales de la propia TPS y de Terminal Cerros de Valparaíso (TCVAL), de la española OHL.
TPS cree que no existe infraestructura adecuada y que los cruceros han sido atendidos en un terminal dedicado primordialmente a la transferencia de carga, acondicionado para recibir pasajeros. La empresa ha señalado a los cruceros que no puede reservarles espacios para recalar con dos años de anticipación, como lo piden, sino que con tres meses o un máximo de seis meses de antelación. Pese a ello, para la temporada 2017-2018 ya puso sus terminales a disposición de estos barcos.
De todos modos, TPS afirma que la solución definitiva para este tema es la construcción de un muelle fijo para cruceros por parte de EPV, lo que demoraría cuatro años.
TPS se encargó de realizar la ingeniería de la obra y asegura que está dispuesta a competir en una eventual licitación de la construcción.
Fuente: El Mercurio