Horacio Pavez y el tren a Valparaíso: «Un proyecto como este va a volar (…) compita o no»

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El empresario es uno de los socios de Sigdo Koppers, la compañía que es parte del consorcio TVS que presentó el proyecto a EFE. No se cierra a competir con otros actores en una licitación abierta: «Aquí no hay búsqueda de privilegios», asegura Pavez, quien cuenta que se retiró de los directorios del conglomerado.

Pudo ser empleado público o profesor, pero la vida le tenía trazado otro camino a Horacio Pavez García (80), empresario y socio del grupo Sigdo Koppers (SK) y de Security.

Por sus múltiples actividades, el también ex presidente de la Cámara Chilena de la Construcción (CChC) ha sido testigo privilegiado del acontecer nacional e internacional de las últimas décadas. Todas historias que se encuentran relatadas en las más de 400 páginas del libro «Ni izquierdas ni derechas. Cien años aportando al país», que Horacio Pavez presentará el 20 de abril en «La librería del GAM».

¿Por qué se decidió a escribir el libro? «Mi padre falleció intempestivamente, y yo sentí que había quedado una deuda con él, emocional y de reconocimiento al servicio público. Sentí que había que hacer esta historia, dejando de manifiesto que no volvamos a hacer como país los descuidos que hicimos», responde.

Su apoyo a Allende en el 58 y su encuentro con el Che

Nacido en Iquique, Pavez vivió su infancia y cursó sus estudios escolares en varias ciudades: Curicó, Santiago, Puerto Aysén y Ancud. Como hijo de un profesor normalista con nueve hijos -de los cuales siete vivieron, el primero de ellos, el propio Horacio Pavez-, el empresario venía de una familia de esfuerzo. «Se estaba formando la clase media chilena recién», dice.

Llegó a estudiar construcción civil a la Universidad Técnica Federico Santa María porque a su padre se la habían recomendado, aunque entrar allí le costó, y en su primer intento fracasó. «Yo escogí la carrera en la que más probabilidades tenía de entrar con mi débil preparación. El primer examen no lo aprobé», explica.

Eso hizo que el primer año ya salido de la enseñanza secundaria, estudiara Matemática en el «Pedagógico», en la Universidad Técnica del Estado, en Santiago, en 1957. «Pensé que mi vida era ser profesor», cuenta Pavez, pero al año siguiente insistió en la Santa María, «eligiendo la carrera que mejor podía alcanzar, con cuatro años de duración», rememora.

El padre de Pavez había sido militante socialista, aunque «su formación estaba lejos de las ideas de izquierda. Pero el proceso de abandono de Aysén y la falta de apoyo, la pobreza» -explica el empresario- le causaron desencanto y desaliento. Aunque no militó, Pavez mismo recuerda que para la candidatura de Allende en el 58, «no solo apoyé; trabajé con una caravana: ‘La Técnica al servicio del pueblo'», rememora.

Como presidente de la federación en la universidad, viajó a Estados Unidos y luego a Cuba, donde conoció al Che Guevara, en una época en que este mítico revolucionario no era tan conocido, y estaba a cargo en del Banco Nacional de Cuba. También estuvo con Fidel Castro y con el presidente de la Universidad Central de la Habana, «verde olivo, pistola al cinto y barba», recuerda.

¿Cómo partió su carrera profesional? «Tuve profesores que nos inculcaron que podíamos hacer una actividad no solo como empleados públicos. En construcción civil podíamos hacer emprendimientos solos. Eso se me grabó». Fue así como tras la universidad emigró a la empresa privada, a Cementos Bío Bío, y luego a SK como ayudante. «Yo era constructor civil y los que estaban al lado mío eran ingenieros. No necesito explayarme para que se entienda cómo eran las diferencias. O sea, había que abrirse camino», explica.

Luego vendría la historia más conocida: la empresa pasó por los álgidos años 70, y un grupo armó una sociedad, todavía durante el gobierno de Allende, un sindicato de profesionales, «defendiendo la empresa. (…) Esa misma sociedad, después, en el momento en que no se alcanza a nombrar al interventor, llega el golpe, y esa sociedad estaba lista», recuerda. El grupo de socios fue conocido como los «12 apóstoles», quienes compraron la compañía, incluido él entre los socios. «Fui uno de los ocho que hipotecamos la casa», cuenta.

Renuncia a directorios de SK: «Por la necesidad de que los empoderamientos sean reales»

Hoy Horacio Pavez está en proceso de retiro de sus labores a nivel de directorio en SK. «Acabo de renunciar a los últimos dos que me quedaban en SK: Enaex y Fepasa», precisa.

-¿Es un retiro?

«Sí, porque yo quiero que Horacio (uno de sus hijos, ver recuadro), que lleva muchos años de director, partiendo por Somela, ICSK, y del holding , no tenga esta incomodidad».

-¿En Security también se va a jubilar?

«No quiero jamás mandarlo a decir por la prensa».

Pavez resume sus motivos para dar un paso al costado: «Por la edad de mis hijos y la necesidad de que los empoderamientos sean reales».

Tren a Valparaíso: «Los proyectos tienen que volar por su mérito»

Pese a dicha decisión, Pavez sigue al tanto de los detalles de las compañías en las que es socio. A fines del año pasado se conoció que Sigdo Koppers vendió su edificio corporativo en calle Málaga, en Las Condes, a un fondo ligado a LarrainVial y al grupo Patio. El empresario precisa que lo vendieron porque no tenía sentido ser dueños de un activo improductivo inmovilizado y que la idea es que SK permanezca en el edificio. «Hay un contrato de arriendo de largo plazo», indica.

Uno de los proyectos estrella en los que SK está involucrada es un tren bala a Valparaíso, del consorcio TVS, que integran además China Railways Group Limited (CREC) y Latinoamérica Infraestructura. La iniciativa la presentaron en enero a través de la Ley de Ferrocarriles, para ser financiada íntegramente por el consorcio. «Me acaba de mandar un Whatsapp mi presidente (de SK), Juan Eduardo Errázuriz, y me dice que no me puede acompañar el día 20 al lanzamiento de mi libro porque tiene reunión aquí, con la compañía china por el proyecto», cuenta Pavez.

Claro que en la industria se ha generado un debate sobre si es conveniente que esta iniciativa sea presentada al Ministerio de Obras Públicas (MOP), de manera que este la licite abiertamente, y no a EFE como la presentó el consorcio, lo que involucraría competir con otros oferentes. «Los proyectos tienen que volar por su mérito. Creo que un proyecto como este va a volar. E incluso que compita o no, si es que se da ese camino. Porque tiene un valor bien difícil de obtener, que es un socio que tiene un tamaño y una experiencia muy grandes y eso se traduce en menores costos. Y tendremos que estar de acuerdo con las reglas que fije el gobierno. Aquí no hay búsqueda de privilegios».

-¿Cree que aunque compitieran ganarían la licitación?

«Se imaginará la experiencia acumulada que tiene SK en trabajar en su compañía Fepasa: carros y locomotoras, mantenimiento, talleres y todas las instalaciones, pero la vía es del Estado. Chile debería tener hoy los mejores ferrocarriles de Latinoamérica. Experiencia aquí para hacer un proyecto como ese, hay. Hace algunos años hice una presentación de SK, en Calama. Llevábamos en ese momento cerca de 350 obras, y en torno a las 3.500 propuestas. Una de cada 10 propuestas. Este tema está en el corazón de SK».

-Como gestor de infraestructura, ¿se siente golpeado por la virtual crisis de permisología y judicialización en Chile?

«El tema es inexorable, lo he vivido por el banco y hay que ajustarse y someterse a las reglas. La industria bancaria es un buen ejemplo. (Por) la regulación que se hizo a partir de la crisis de los 80 en la banca, cada vez tenemos más exigencias. Creo que todos tenemos que cumplir las reglas. Lo malo es cuando se aplica mañosamente o con alguna interpretación».

-¿No cree que sean demasiados permisos los exigidos?

«No. Para allá va la cosa y eso es inexorable. Como empresarios, nos estamos acostumbrando».

Security: «Estamos en el camino propio»

Pavez es uno de los socios fundadores del Grupo Security, que integra banco, factoring , viajes, inversiones, proyectos inmobiliarios y seguros, el que permanentemente ha sonado para crecer vía compras o ser parte de una consolidación con un socio. Pero Pavez defiende el «camino propio». «Años atrás nos llegaron ofertas y hasta hubo conversaciones con grandes compañías, que con el tiempo se cansaron», dice.

¿Es un camino realmente viable seguir solos? «Estamos en el camino propio. Me preocuparía si estuviéramos perdiendo participación de mercado, si estuviéramos incrementando los costos. Estamos haciendo todo lo contrario. En 1991 era un banco filial de una compañía norteamericana, con 100 empleados en la calle Agustinas. Hoy es parte de un tremendo grupo financiero. Esos 100 empleados se transformaron en 3.800 y ese banco se transformó en 15 entidades. Entonces, ya no es un tema de venir a comprar un banco. El banco es hoy una fortaleza dentro del grupo, no es solo», asegura.

Acabo de renunciar a los últimos dos (directorios) que me quedaban en SK: Enaex y Fepasa (…) Por la necesidad de que los empoderamientos sean reales».
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Fuente: El Mercurio