Un duro golpe para la inversión y fuentes laborales significó la decisión de la empresa TCVAL de desistir del proyecto para la construcción del Terminal 2 del puerto de Valparaíso, que consideraba una inversión de US$ 500 millones.
La polémica se instaló y las reacciones han cruzado todos los sectores de la sociedad, que coinciden en una negativa evaluación del desarrollo de la ciudad-puerto.
«Si uno mira la ciudad de Valparaíso, y esto desde hace un buen tiempo, lo que hay es decadencia», sostiene el profesor de Derecho de la Universidad de Valparaíso y ex premio nacional de Humanidades Agustín Squella. Su visión es compartida por representantes de diversos sectores sociales, empresariales y las autoridades.
«La situación de la comuna de Valparaíso, dentro del contexto regional y nacional, es muy preocupante. En los últimos años ha decaído la inversión y aumentado el desempleo», afirma el intendente regional Jorge Martínez.
Una realidad antigua
Para el doctor en Derecho y presidente del Centro Valparaíso de Debates, Gonzalo Ibáñez, la decadencia de Valparaíso partió entre los años 1940 y 1960, cuando se produjo el cierre masivo de las empresas y negocios porteños y se trasladaron a Santiago. Pero a su juicio, el deterioro se acentúa a partir de 1990 y continúa hasta hoy, «por una pésima gestión municipal, que no ha impulsado una política seria en relación a la renovación urbana, su desarrollo portuario, la modernización de su comercio minorista y una recuperación de su condición de capital regional».
Hay coincidencia también en la falta de planificación.
«La ciudad no cuenta con un plan de desarrollo claro y potente que considere inversión, desarrollo, crecimiento y empleo, entre otros factores», asegura el intendente Martínez.
¿Y en qué ciudad de Chile hay en verdad algo digno de ser considerado un plan estratégico? ¿Usted cree que Santiago lo ha tenido alguna vez?, pregunta Agustín Squella. «Aquí y allá, en todos lados -explica-, lo que se hace es siempre improvisar; o sea, ir reaccionando a medida que los problemas se presentan o cuando ya han reventado en la cara de las autoridades y de los ciudadanos».
«No existe una estrategia comunal actualizada», reconoce el alcalde Jorge Sharp. «Asumimos el municipio hace dos años sin Plan de Desarrollo Comunal, ni Plan Regulador Comunal actualizados; y sin un Plan Director Patrimonial. Ahora estamos trabajando en ellos», explica.
Para la arquitecta y magíster en Economía Urbana Paz Undurraga, la desactualizada planificación urbana «tiene muchos espacios de interpretación y no aborda los desafíos actuales de una ciudad metida en un sistema intercomunal».
La burocracia es otro de los factores identificados como causas de la decadencia porteña.
«Acá no se puede clavar un chuzo en el suelo sin que exista el riesgo de enfrentar al Consejo de Monumentos Nacionales», grafica Gonzalo Ibáñez.
«Si alguien quiere invertir en la zona típica, recurre al Consejo de Monumentos Nacionales, cuyos integrantes se reúnen en Santiago, y como tienen que resolver todas las peticiones del país, se demoran 6 u 8 meses. Y cuando por fin se tiene la aprobación, ingresa el proyecto a la municipalidad. Pero si se plantea algún cambio, debe volver al Consejo de Monumentos», indica el arquitecto Daniel Morales, concejal y director de la corporación «Puerto para ciudadanos».
«Las construcciones del plan de Valparaíso están en franco deterioro y es difícil recuperarlos; porque luego del terremoto del 2010, los bancos no entregan créditos hipotecarios para recuperar edificios con adobe o que la estructura sea de madera», añade Paz Undurraga, quien es también directora del Centro de Estudios para un Desarrollo Urbano Contemporáneo».
Fuente: El Mercurio