Como un tema que ha estado algo ajeno de las aulas y los mentideros del mundo político en los últimos años, el presidente de la Comisión Nacional de Productividad (CNP), Josep Ramos, cree que «existe la conciencia de que se debe poner más por el lado de la productividad. Se hará o no, hay tantos otros problemas que tiene el país», pero dice que es en las regiones donde se podría dar un salto cualitativo hacia mejores niveles en este ámbito.
Ramos, doctor en Economía de la Universidad de Columbia, fue mandatado por la ex Presidenta Michelle Bachelet para hacerse cargo de esta entidad como una institución consultiva, autónoma y con el desafío de aumentar la productividad para mejorar la vida y bienestar de las personas. Ahora, asume con entusiasmo que el Presidente Sebastián Piñera haya renovado el mandato para el trabajo de sus ocho consejeros.
El informe
Las cifras del Informe Anual de Productividad de la CNP en 2017, reporte que Ramos le entregó al gobierno anterior pocos días antes del cambio de mando, estimaron una caída para ese año de entre -0,7% y -0,1%, debido principalmente a la caída del sector minero. El mismo cálculo, excluyendo al sector minero, exhibe un aumento de entre 0,2% y 0,9%.
– ¿Usted cree que la productividad está en el debate público con la importancia que merece?
– Creo que no lo suficiente. Efectivamente, la Presidenta Bachelet creó la comisión y el Presidente Piñera la está continuando. Y ciertamente eso revela un interés.
– ¿Dónde ha estado el foco en este tema en los últimos años?
– Hubo esfuerzos de parte del ex ministro de Economía Luis Céspedes, que tenía una agenda de medidas para la productividad, pero creo que eso no fue el grueso o eje central del Gobierno de la Presidenta Bachelet. Si uno habla del binomio equidad-crecimiento, fue mucho más hacia equidad. Creo que hay una suerte de consenso de que esto debe reequilibrarse.
– Existe por parte del nuevo Gobierno un discurso que apunta a favorecer un shock de inversiones. ¿De qué forma puede esto mejorar los índices de productividad?
– Los grandes proyectos mineros, por ejemplo, se topaban con un tiempo demasiado largo para ser aprobados o rechazados, entre cuatro o cinco años. Entonces, se necesitaba una temprana información de esto, por lo menos a los seis meses de decidida la inversión. Eso es muy bueno para el inversionista, ya que es muy negativo descubrir al quinto año que no se puede seguir. Muchos incluso no se atreven porque no quieren correr ese riesgo. Entonces he leído y escuchado que una de las propuestas de nuestra comisión, la creación de una Oficina de Grandes Inversiones, el Presidente Piñera la está poniendo en marcha precisamente para poder solucionar este tema.
– ¿Cómo se puede hacer más ágil la tramitación de estos proyectos?
– Una de las primeras misiones de la comisión fue visitar la Comisión de Productividad de Australia, uno de los mejores estamentos de este tipo en el mundo. Y por casualidad, para nosotros, ellos habían recién terminado un estudio sobre cómo acortar el tiempo de aprobación o rechazo de grandes proyectos. Y estaban muy insatisfechos porque les tomaba tres o cuatro años. Y aquí eso nos lleva cinco años. Y no somos más estrictos en seguridad, medio ambiente o comunidades que los australianos. Eso es puro costo chileno.
La educación técnica
En marzo de este año, la CNP propuso al Gobierno de la ex Presidenta Bachelet la creación de un «Sistema de Formación de Competencias para el Trabajo en Chile», que apunta a modificar el sistema de educación técnica profesional del país. Entre algunos elementos, propuso garantizar (en forma gratuita) a cada joven que aún no ingresa al mercado laboral educación técnica, mientras que, para quienes ya están en la fuerza de trabajo, el informe y sus expertos recomendaron que los recursos de capacitación se centren en adquirir un oficio (alrededor de 400 horas o un semestre de jornada completa) y se financien con los recursos actuales de la franquicia tributaria.
– ¿De qué manera cree que ayudaría una propuesta como esa?
– Es importante para la productividad y para las personas, porque eleva el salario del trabajador promedio, que solo tiene educación media, de $ 350 mil al mes a $ 650 mil al mes. Y eso es una muy buena rentabilidad, del 25%.
– ¿Y qué debería hacerse en la educación universitaria orientada a la productividad?
– Así como creo que hay que aumentar la educación técnica, a mi modo de ver hay que acortar la educación superior universitaria. Mi primer título fue de ingeniero, para lo que estudié cuatro años en Estados Unidos. En Chile, un ingeniero se forma en seis años. Son mejores, pero Estados Unidos pudo avanzar de lo más bien con ingenieros formados en cuatro años.
– ¿Qué tipo de herramienta debe ser la capacitación para mejorar la productividad?
– Tenemos también recomendaciones en capacitación. En Chile nos enorgullecemos de que capacitamos casi un millón de trabajadores al año. Suena bien, porque es un octavo de la fuerza de trabajo, pero los dos tercios de eso (650 mil) es por 21 horas. Y eso no es nada. No en balde las evaluaciones de capacitaciones con franquicia Sence son tan pobres. Adquirir un oficio, los que saben de esto, dicen que es del orden de un semestre si se hace en jornada completa, o de un año si se realiza en media jornada. Estamos hablando de 400 y no 20 horas. Ahí debería estar el foco.
– ¿Dónde existen nuevas oportunidades para ser más productivos?
– Si alguien me preguntara dónde habrán nuevas oportunidades en Chile, diría que será en las industrias que procesan nuestros recursos naturales de gran valor o que las abastecen de insumos como maquinarias, sobre todo en los sectores donde somos bien importantes: la industria minera, forestal, pesca y agricultura. Y creo que se está dando un buen potencial en los clusters; por ejemplo, en la zona de Atacama, con un polo eléctrico con el litio y las baterías.
– ¿Y la concentración productiva en los principales centros urbanos del país afecta la productividad?
– Cada vez es menor. Piensa que la industria forestal está en el sur; la minera, hasta ahora, más que nada opera en el norte. El negocio forestal, la pesca y agricultura están también en varias zonas. En regiones están quienes más gustan de esta política de fomentar los clusters. Ellos ya dejaron atrás la separación entre derechas e izquierdas, sino que todos piensan igual en ese aspecto.
– ¿Cómo impactaría en la productividad una mayor participación de la mujer en el mercado laboral?
– En nuestro informe hay dos maneras de verlo. En uno no aumenta la productividad. Pero si lo que nos interesa es el producto del país, eso sí va a aumentar, porque, por decirlo en términos crudos, le estamos sacando más provecho al talento al incorporar al mercado del trabajo a más mujeres. Si hubiera más mujeres trabajando dentro de los 18 millones de chilenos, el PIB sería más alto, entonces el PIB per cápita crecería. Tal vez gane menos que el hombre, pero si se estaba ganando $ 100 mil el ingreso familiar podría pasar a $ 180 mil. Y eso hace mucha diferencia.
– ¿Qué significa un mejor precio del cobre en la productividad del país?, ¿se relaja?
– Hay una tendencia y creo que va a pasar mucho menos ahora. Estamos en una tendencia muy positiva, en que las mineras, después de cuatro años de precios bajos y costos altos, se pusieron en campaña para ser más eficientes. Un precio más alto permite que te relajes, pero pienso que como la experiencia relativa negativa fue relativamente reciente, van a ser mucho más estrictos en controlar las malas prácticas.