El último período que el planeta estuvo entre dos glaciaciones -entre 129 mil y 116 mil años atrás- fue uno de los más cálidos de los últimos 800 mil años. Y sus temperaturas eran muy parecidas a las actuales. Además, el nivel promedio de los océanos en la misma etapa era de entre 6 y 9 metros más alto que hoy. Dos datos para preocuparse, asegura un estudio publicado en la edición de hoy de la revista Science.
Utilizando 83 registros de sedimentos del fondo marino, el equipo encabezado por Jeremy S. Hoffman, especialista en clima y ciencias de la Tierra del Museo de Ciencia de Virginia, en Estados Unidos, determinó que hace 129 mil años la temperatura era similar a la que hubo entre 1870 y 1889. Pero por otro lado, solo 4 mil años después, es decir hace 125 mil años, esa temperatura aumentó entre 0,3 y 0,5 grados Celsius, igualando la temperatura promedio que los océanos alcanzaron entre 1995 y 2014.
Esta comparación entre las temperaturas del último período interglaciar y las actuales es relevante porque permite establecer cuánto se pueden calentar los océanos naturalmente, explica Hoffman a «El Mercurio». «Esto destaca el hecho de que a pesar de lo extremas que pueden parecer las temperaturas actuales, aún están dentro de la escala registrada en la historia reciente de la Tierra», agrega.
Cambio del mapa
A pesar de ello, la tendencia es preocupante. Si bien las temperaturas son parecidas, la gran diferencia es el nivel del mar de antaño. «Si llegáramos a esos niveles significaría que todo lo que se encuentra en la línea de la costa y bajo los nueve metros estaría inundado. Muchas islas desaparecerían y el mapa completo cambiaría», explica Ricardo De Pol, investigador del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2 y del Centro de Investigación Gaia Antártica de la U. de Magallanes.
Pueden existir varias explicaciones para esta diferencia en el nivel de los mares. «Comprender cómo cambió ese nivel en la última interglaciación podría ayudarnos a entender más profundamente por qué el nivel fue tan alto en el pasado y, así, comprender lo que pasará en el futuro», dice Hoffman. Más estudios son necesarios.
La tercera conclusión del trabajo es que la temperatura de los océanos en el pasado no fue pareja en todo el planeta. En el Hemisferio Norte era un poco más frío que en el sur. Con esto se comprobó la «teoría del balancín», dice Ricardo De Pol. Esta dice que al derretirse el hielo de Groenlandia, las corrientes del Atlántico Norte dejan de llevar calor al Polo bajando las temperaturas en los alrededores y provocando, como un balancín, el alza en el sur.
Los mares pueden decir mucho sobre cómo el clima cambia, ya sea por causas naturales o antrópicas, y además permiten diferenciar las consecuencias de una y de otra, dice Hoffman.
Este tipo de estudios tiene una tremenda importancia, agrega De Pol, porque son esenciales para poder calibrar los modelos y así predecir con mayor certeza qué sucederá con el nivel de los mares en el futuro.
Fuente: El Mercurio