A seis meses de haber anunciado el cierre de su planta de contenedores refrigerados en San Antonio, que implicó el despido de 1.209 trabajadores, Maersk Container Industry (MCI), integrante del grupo de transporte danés A.P. Moller-Maersk, venderá esas instalaciones.
Así lo afirmaron fuentes cercanas a la compañía y otras que han sabido de la exhibición de las instalaciones en el marco de la enajenación. Los conocedores del tema indicaron que algunos equipos productivos se enviarán a China, por lo que se comercializarán las estructuras y el terreno, que bordearía 33 hectáreas.
La compañía fue consultada respecto de la venta de la fábrica, pero hasta el cierre de esta edición no se obtuvo una respuesta. Sin embargo, actores del mundo marítimo y portuario de San Antonio reconocen que la propiedad se venderá e, incluso, que ha habido un proceso de muestra de las instalaciones a potenciales interesados.
Las fuentes aseguran que, desde el punto de vista de la empresa, no prosperó un plan que rondó entre los trabajadores despedidos -con el apoyo de diputados- para crear una cooperativa que se hiciera cargo de la fábrica para construir casas con estructura de contenedores. Para ello, los operarios desvinculados habían señalado que presentarían una iniciativa al Gobierno.
La planta de MCI en San Antonio anunció su cierre a mediados de junio pasado, luego de que comenzara a operar en 2015 tras una inversión de unos US$ 200 millones. Esa decisión ocurrió porque la firma decidió consolidar la fabricación de containers refrigerados en las instalaciones de Qingdao, China.
La filial en Chile de MCI informó en junio que esa medida obedecía también a la sobreoferta de contenedores en el mundo y a la dificultad para importar las materias primas para fabricarlos. En paralelo, surgieron versiones que atribuyeron el cese de la planta, y el despido de sus 1.209 empleados, a las repercusiones de una huelga legal de tres semanas que protagonizaron los trabajadores en octubre de 2017, tema que no fue validado por la compañía.
El cese de la planta implicó para MCI costos de reestructuración de US$ 18 millones con efecto en el Ebitda (ganancias antes de intereses, impuestos, depreciaciones y amortizaciones) y una rebaja de activos de US$ 141 millones. En su reporte financiero del tercer trimestre de 2018, Maersk señala que en Chile mantiene un nivel mínimo de personal para manejar la clausura de la fábrica.
US$ 160 millones
fue el golpe económico (costo de reestructuración y rebaja de activos) para Maersk por el cierre.
Fuente: El Mercurio