Cada vez que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) emite un informe sobre Chile, el país se ve enfrentado a una especie de examen con el tamiz de las naciones más desarrolladas del mundo. Con ese parámetro, más exigente que la acostumbrada comparación con Latinoamérica, los déficits locales se hacen más evidentes.
Así, en 2013 la OCDE constató que Santiago es la ciudad más desigual de entre 30 urbes evaluadas. Y ahora llegó el turno de la infraestructura: un informe dado a conocer ayer muestra que si bien Chile ha avanzado en completar «las principales inversiones en infraestructura básica esenciales para el desarrollo económico y el bienestar social», exhibe amplias brechas que debe resolver para enfrentar el cambio climático —»Chile es muy vulnerable», advierte— y no perder productividad, señala «El Mercurio».
En concreto, estos déficits se concentran en las zonas extremas. «La red de autopistas no cubre la macrozona norte de Atacama a Arica», describe, en alusión al área donde se concentra la actividad minera, principal rubro económico del país. Lo mismo se advierte en los accesos a los puertos, que deben aumentar en 27% hacia 2030.
Para la OCDE, el déficit actual «agrava la congestión y la contaminación y socava la eficiencia de las operaciones logísticas». También se observan deudas en la red vial de barrios de bajos ingresos, que «requieren inversiones significativas para mejorar el acceso al transporte público y, a su vez, a los puestos de trabajo y servicios». En cifras, el estudio plantea que los caminos pavimentados deben subir en 11% en 13 años.
Rolf Alter, director de gobernanza pública de la OCDE, dice que no solo se debe construir más, «sino invertir en calidad, y eso es particularmente cierto para algunas partes del país, que es grande y único geográficamente. Se debe pensar qué inversiones se requieren en esas regiones. Hay que mirar lo que van a hacer las municipalidades». Centralismo Además, el análisis hace patente un centralismo que tiene a Chile en el último lugar (con 12%) en cuanto a inversión pública originada en los gobiernos regionales.
La OCDE promedia 55%. El ministro de Obras Públicas, Alberto Undurraga, asume el punto: «Recogemos lo que dice de hacer un trabajo más en conjunto con las regiones, con los otros sectores, de manera que las brechas de movilidad en ciudades y de carga hacia nuestros puertos puedan tener una visión integral». En el mismo ámbito, se advierten desequilibrios territoriales en la inversión. La OCDE propone asignar el presupuesto en relación con la equidad regional y luego «dar prioridades a proyectos similares bajo tales presupuestos».
En este tema, cita casos no exitosos, como el de Suecia, que con un presupuesto bajo construyó carreteras en zonas escasamente pobladas del norte que tenían menos especificaciones técnicas y cimientos poco profundos. Esta estrategia, según la OCDE, dio lugar a costos de mantenimiento más altos, por el daño generado por el paso de vehículos pesados. Tuberías dañadas Un dato llamativo del informe dice relación con la mantención de las redes sanitarias. «Se están deteriorando y presentan fugas, por lo que deben mejorarse, operarse y mantenerse apropiadamente», asegura.
El estudio señala que las ciudades chilenas tienen las tasas de fuga más altas de entre 48 ciudades analizadas. Entre las peores están Valparaíso (40% de pérdida de agua), Concepción (35%), Santiago (menos de 20%) y La Serena-Coquimbo (25%). Leonardo Daneri, presidente de la Asociación de Concesionarios (Copsa), atribuye el deterioro a los terremotos. «Tenemos un sistema hipertenso, con redes que trabajan a mucha presión, y eso sucede también porque en nuestra geografía hay muchos cerros. Eso resulta más caro de mantener», concluye.
Fuente: Emol.com