Se trata de una plataforma que reduce el tiempo que demoran los trámites de los camioneros. Junto con mejorar la productividad, un resultado es que se ordena el tránsito de vehículos de carga, y disminuyen los tacos.
En un viaje de cientos de kilómetros manejando un camión, la parte más demorosa son los últimos 200 metros hasta la entrada del puerto.
Ahí, cuentan los choferes, la técnica es llegar temprano, para ser de los primeros en la fila cuando comienza el turno. Así, el papeleo, la revisión de la carga y de los números de sellos en los contenedores termina temprano y se puede, con suerte, hacer otro flete en el día.
En los principales puertos del Biobío, donde se mueve un 23% de los contenedores que entran o salen del país, la situación también se da. Por Coronel, San Vicente y Lirquén sale el salmón del sur, la fruta de las quintas entre Linares y Angol, y también los productos madereros. En los días de más movimiento, las colas de camiones se pueden extender por varias cuadras.
Este cuello de botella no afecta solo a la productividad de la cadena exportadora. También a la ciudad. Y la matemática ayuda a hacerse una idea: en la Octava Región se mueven cada año unos 730 mil contenedores. Eso significa que los camiones hacen 730 mil viajes de ida, y otros tantos de regreso, por las calles de Talcahuano y Coronel, las comunas puerto de la región.
El desgaste de las calles, dicen los alcaldes, es alto.
«Este año vamos a reparar calle Hualpén (que conduce al puerto de San Vicente) y sabemos que en dos años, o en un máximo de tres, vamos a tener que hacerla de nuevo», dice Henry Campos, alcalde de Talcahuano.
También, asegura Campos, está el tema de la congestión. «Son miles de camiones, que afectan el tránsito en la ciudad, y muchas veces, algunos que quieren acortar el camino, se meten por los pasajes de las poblaciones que hay cerca de los puertos. Imagínese lo que eso significa para los vecinos», afirma Campos.
En la región se han buscado algunas alternativas para disminuir las consecuencias negativas del alto tráfico portuario. Hay un alto porcentaje de envíos que llega a los muelles por ferrocarril, y este año se entregaron dos carreteras de alto estándar, para conectar a los puertos con Arauco y el sur del país. La inversión total llegó a los US$ 700 millones.
Así y todo, queda pendiente el tortuoso camino que discurre entre agentes de aduana, inspectores y otros funcionarios involucrados en la cadena exportadora. Un solo contenedor puede tomar hasta cuatro horas de papeleo antes de que se autorice su embarque. Y durante esas horas, el camión está estacionado en el antepuerto, o en las callejuelas cerca de los muelles.
De ahí que no solo los exportadores, sino también los municipios -que son los que destinan recursos para reparar calles- vean con buenos ojos un programa piloto de modernización de la gestión portuaria que se aplicará en todos los puertos del Biobío.
La iniciativa se llama Sistema Unificado de Redes Logísticas, y la idea es que el papeleo entre entes de gobierno, exportadores y puertos se haga en línea. La plataforma se viene desarrollando hace dos años, y costó $350 millones.
Un ejemplo de cómo podrían llegar a ser las cosas lo muestra San Vicente, terminal que desarrolló su propio sistema -con la anuencia de Aduanas- hace dos años. «Antes, un camión podía estar varias horas tramitando. Ahora, entre que entra al puerto y sale descargado, no pasan más de 15 minutos», cuenta Cristián Salazar, operario del terminal.
Frente al puerto, las calles se ven más despejadas, y hay espacio para que circulen automóviles y micros. «Es un avance para la calidad de vida de los vecinos», dice el alcalde de Talcahuano.
15 minutos se demora un camión en San Vicente, desde que se usa el nuevo sistema.
730 mil contenedores se mueven al año a través de los puertos de la Región del Biobío.
Fuente: El Mercurio