Dueño del astillero donde el barco sería reparado, dice que lo subastará por incumplimiento de pagos por parte de la familia Cousteau.
Fue, literalmente, el buque insignia de Jacques Cousteau. El Calypso está firmemente adosado a la historia del célebre marinero, pero el barco enfrenta un tempestuoso presente que amenaza con su naufragio final. El pecio se oxida irremediablemente en el hangar de un astillero francés y el viernes recibió tal vez su último espolonazo: la amenaza del dueño del lugar de rematar la reliquia al mejor postor.
La historia se remonta a 1996, un año antes de la muerte de Cousteau, cuando el barco se hundió en un muelle de Singapur.
La familia del explorador logró su rescate y su traslado a los astilleros Piriou de Concarneau, en el noreste de Francia, en donde se acordó su reparación a cambio de 1.737.000 euros.
Sin embargo, los astilleros reclaman que la familia del investigador, encabezada por su segunda esposa, Francine Cousteau y aglutinada en la Fundación Cousteau, no ha cumplido con los pagos estipulados, por lo que recurrió a la justicia, la que le dio a la familia hasta el jueves 12 de marzo para pagar las reparaciones ya realizadas y retirar el barco del lugar. Como ninguno de los dos compromisos se cumplió, el astillero resolvió rematar el barco en una fecha próxima aún no establecida. Según el astillero, la Fundación no ha dado ningún indicio en cómo se propone resolver su deuda de 300 mil euros. “Haremos cumplir enérgicamente nuestros derechos en este triste asunto, sobre todo para poder saldar las sumas adeudadas y retirar el barco desde nuestras instalaciones. En ausencia de una clara propuesta formal de la Fundación Cousteau, vamos a empezar el proceso de incautación y venta de la embarcación”, dijo a La Tercera Pascal Piriou, dueño del astillero, a través de un comunicado. “Espero profundamente dar el Calypso un futuro digno de su leyenda”, agregó.
Su postura colisiona con la impasividad de la viuda, la que fue la que lo exasperó. Hasta el mes pasado, Piriou aún se veía conciliador y dijo que esperaba que algún acaudalado mecenas sacara el proyecto a flote. Pero a medida que se acercaba la fecha judicial, Francine Cousteau sólo se limitó a decir que “la Fundación Cousteau está tranquila y confiada en que este episodio tendrá un final feliz que será anunciado tan pronto como sea posible”. Ante su indolencia, el empresario naval anunció el cumplimiento del fallo.
Museo itinerante
La idea original de la familia era convertir el barco en un museo itinerante, peros sus deseos también colisionaron con los de los hijos y nietos de la primera familia de Cousteau (ver recuadro). Celine Cousteau, nieta del explorador, se mostró partidaria de que el barco sea declarado Monumento Nacional en Francia, para reparar el buque y convertirlo en un museo, pero la Fundación Cousteau no quiere que se quede en tierra. Según la viuda, Jacques quería el barco navegando. “Esta declaración significaría que sería totalmente restaurado, y le daría acceso a un amplio público para visitar la mítica nave y honrar el legado de mi familia”, dijo Celine a La Tercera en un artículo anterior.
“Cualquier cosa sería mejor que la situación actual del Calypso. Dejar que se pudriera nunca fue el deseo de mi abuelo”, agregó.
Pero la viuda del explorador dice que han hecho desesperados intentos por rescatar la nave.
Fuentes del astillero Guiop, del puerto bretón de Brest , en Francia, especializado en la restauración de barcos de madera, aseguran que fueron contactados recientemente por la Fundación Cousteau para buscar una solución.
“Al parecer sólo queda un esqueleto, pero con todo se mantiene una estructura con cierta rigidez que permitiría transportarlo”, dijo un experto de Guiop a la agencia AFP.
A nivel mundial “tal vez sea el único barco francés conocido” y cuesta imaginar que lo dejen morir por completo”, agregó.
Fuente: La Tercera