La incertidumbre es completa y todos los pensamientos rememoran el trágico desenlace del Kursk, el submarino nuclear de la Armada de Rusia que en el año 2000 se hundió con 118 tripulantes en el mar de Barents.
Por eso, los efectivos del submarino «Thomson», uno de los emblemas de la Armada de Chile, deben empezar a tomar medidas extremas para poder sobrevivir bajo el mar, luego de que la embarcación subacuática quedara completamente inmovilizada frente a las costas de San Diego, en Estados Unidos.
Además de controlar el consumo de oxígeno al interior de la nave, los 44 miembros de la tripulación deben comenzar a racionar sus alimentos. Claro que lo más complejo es soportar la presión de saber que permanecen atrapados en medio del océano.
Mientras, en la superficie, la Armada estadounidense ya inició las labores de rescate y concretó el despliegue de helicópteros, submarinos nucleares y vehículos no tripulados. Se trata de una cuenta regresiva compleja y difícil de aguantar.
Maniobras ficticias
«Pero afortunadamente, todo es una ficción», dice el capitán Leonardo González, jefe del departamento de logística de la Armada, abordando la realización del sexto ejercicio «Chilemar», una serie de ensayos conjuntos nacidos el año 2007 entre la Armada nacional y la estadounidense.
«Esta es una maniobra bien específica, destinada a simular el rescate y salvataje de un submarino en el fondo del mar. Además nos permiten comprobar las capacidades de rescate para ambas marinas», explica, detallando las acciones que se realizaron esta semana frente al puerto de San Diego.
En ellas, el protagonismo se lo llevó un vehículo de rescate submarino que se acopló a la nave siniestrada y pudo concretar el rescate de los efectivos atrapados. Todo controlado de manera remota y desde la superficie.
«Fue un ejercicio más que positivo y provechoso, porque se cumplieron todos los objetivos planteados y se simularon siete acoples de este vehículo submarino. Fueron cuatro días intensos en que se probaron todos los protocolos de emergencia y los medios de rescate. Con la Armada de Estados Unidos todos los años hay fases de entrenamiento y esta fue una más», agrega González.
El ejercicio se complementó con el trabajo colaborativo que se desarrolla junto a una oficina internacional de rescate submarino (Ismerlo por sus siglas en inglés), una organización que precisamente nació luego de la tragedia del Kursk.
El «Thomson», que es comandado por el capitán de fragata Óscar Manzano, llegó a Estados Unidos luego de más de treinta días de navegación que se iniciaron en el puerto de Talcahuano.
Su primera incursión en ejercicios de carácter internacional se concretó en el año 1994.
Efectivos
La tripulación del «Thomson» está conformada por 44 efectivos de la Armada.
Fuente: El Mercurio